HISTORIA CON MI SELLO

ANÉCDOTAS DE MARAVILLA CON EL RECORDADO “TITO” SANCHEZ

Sin dudas que hablar de Alberto “Tito” Sánchez, es hablar y asociarlo rápidamente a Laura Celada, una historia de amor en común con sus hijos Juan Manuel, Julito, Ana Laura, Rocío y la danza como una bandera que transcendió incluso hasta más allá de nuestro país, esa escuela municipal va a rumbo a los 40 años en breve, fue un bailarín de los más vistosos que se hayan visto por estos lares, pero yo quiero compartir algunas anécdotas que hacen un par de días rondan mi cabeza y necesito que las puedan leer, porque somos esto en la vida, somos lazos, somos alegría y somos recuerdos todo el tiempo, de cada uno de ellos, uno trata de vivir día a día y tomar fuerza.

Yo empecé muy joven a trabajar en los medios, mucho también me ayudó mi familia, una familia numerosa de ambos lados, que me iban sumando conocidos en la rutina diaria, mi papá fue muy amigo de los Sánchez a punto tal que siempre me comentaba cuando se ponía a recordar, que supo dormir en la casa de Tito y compartir salidas en Las Varillas con toda esa barra. En lo personal con Tito empecé a tener más contactos con el fútbol, porque a pesar de que Huracán era su equipo, cada tanto daba una vuelta por la cancha del rojo a despuntar alguna que otra carcajada, además al empecer con la tele hace 19 años atrás, el ballet municipal era realmente una vidriera que conectaba a nuestro Pozo del Molle con todo el país.

Aún recuerdo, como se me cayeron las lágrimas la noche en que estuvieron junto a Marcelo Tinelli en el viejo Show Match, no en esta versión actual del Bailando, en esa época el conductor de Bolívar, había elegido mostrar talentos, desde Pozo del Molle, Tito y Laura llevaron al grupo “Atrapando Sueños”, hoy adolescentes todos, la rompieron, Tito estaba muy orgulloso. Como también siempre cada vez que nos cruzábamos me hablaba de donde estaba Juanma, “algún día lo voy a traer a jugar al molle” me decía, pero lo acompañaba adonde sea, la carrera de Juan Manuel también sería una libro de anécdotas, hoy me gustaría si pudiera contarle a Tito, que ese Juanma pasó a ser un gran compañero y amigo del fútbol de los sábados, que me acompañó en algunos días duros y en varios buenos, lo que es el destino.

El par de anécdotas que tengo para contar no tienen desperdicio, allá por el 2002, 18 años atrás, la garita del colectivo estaba ubicada al frente de la casa de Costamagna, hoy está la planta de GNC de la estación Shell y se hizo una nueva al lado de la vieja guardería, por ese entonces yo viajaba al Inescer de Villa María, estaba esperando el colectivo de las 17.20, el Córdoba Coata, justo estaba leyendo apuntes de la Tecnicatura en Comunicación Social, eran épocas de abonos, un boleto que valía $3,10 y yo lo pagaba $1,55 por que iba de lunes a viernes, unos minutos antes, pasa en su utilitario blanco, el Tito, ¿Dónde vas? me pregunta, a Villa María, ¡vamos! Me dice, bueno Tito pero mira que tengo un parcial a las 18,30 hs, ¡subí, vamos charlando, se te hace más fácil!.

Así fue que emprendimos viaje, ahora que escribo y tengo una página web propia, empiezo a pensar en cuanta gente, me trajo a dedo, desde Villa Maria, durante los 5 años y medio de licenciatura en comunicación, recuerdo siempre de donde vengo, por eso hoy hablo de Tito. En el momento que pasamos Arroyo Algodón, sin decirme nada, Tito dobla para el costado derecho de la ruta 158 y se empieza a meter en un camino de tierra, ¿Dónde vas tito, mira que tengo prueba?, “vos quedate tranquilo, hacemos rápido, ponemos una antena de Directv acá en un campo, me das una mano y nos vamos”, no lo podía creer, me había enganchado como un campeón, me bajó del auto y subimos, yo tenía y el ajustaba, hicimos todo rápido, me subí al auto, el demoraba hablando y la prueba largaba 18.30, cuando salimos de ahí, eran más de las 18, le dije Tito me vas a llevar si o si a el colegio mio, “olvídate, ya estamos yendo” me contestó, llegué 20 minutos tarde al parcial, por suerte lo pude resolver, pero por varios días y años quedó esa anécdota.

Unos varios años después me decía, tengo algo para vos, yo le decía no deja Tito y nos reíamos juntos, hasta que en un verano del 2013, creo que fue más o menos en ese tiempo, lo encuentro en la calle, se para y me dice “si todo sale bien, tengo un notón para vos, venite con la cámara con quien quieras, pero esta te la tengo preparada, no me vas a creer”.  Fue un día de semana a la noche, me llamó por teléfono y me dijo que fuera a Bell Post, allí fuimos con Muma con la cámara, al llegar ahí, Tito sale a recibirnos con una sonrisa de oreja a oreja, “vení te presentó a Pablo Sarmiento”.

Pablo Daniel Sarmiento, alias: el “Hueso”,  o el “Míster”, nació un 10 de junio de 1971 en Las Varillas , fue un boxeador profesional que tuvo 50 peleas en su haber, siendo campeón Latino de la OMB, campeón sudamericano y campeón de la IBO.

Esa noche, fue inevitable hablar de Maravilla Martínez, la noche del 15 de septiembre  de 2012, en la histórica pelea donde pierde el invicto Julio Cesar Chávez Jr., Pablo estuvo  en la esquina del campeón mundial argentino. Fue de las notas más lindas que pude tener en mi profesión, tengo el libro de Sergio “Corazón de Rey”, mi esposa me lo regaló y la verdad es que es una pieza de motivación para cualquiera, totalmente recomendable para los amantes del deporte.

Así era Tito, un tipo que nunca sabías para que lado iba a salir, un tipo de esos extrovertido, que se fue muy rápido, que soportó golpes duros, pero para aquellos que lo conocimos, sabíamos que era distinto, no solo por su elegancia al zapatear, si no porque era un ocurrente de la calle, de esos que siempre deja un recuerdo y anécdotas para no olvidar.