María Isabel Marengo, más conocida como  “seño Mary” vivió en Las Varillas con sus papás y dos hermanas mayores, hace 30 años se casó y desde entonces vive en Pozo del Molle, lugar en donde nacieron sus tres hijos.

¿Qué recuerdos tiene de su infancia y sus estudios primarios?

Contesta Mary- “Mi infancia fue muy tranquila. Eran tiempos donde podíamos jugar mucho, y al aire libre…siempre. Donde yo vivía teníamos varios sitios baldíos a nuestra disposición”.

¿Qué recuerda de sus estudios secundarios y de su formación como docente? ¿Dónde realizó su formación?

Mary – “El IMI de Las Varillas me vio transformarme de niña de primaria, a adolescente de secundaria y me permitió estudiar las tres carreras que se dictaban en ese momento ahí: Profesora para la Enseñanza primaria y Preescolar y Profesorado en Dibujo y Pintura. La formación personal y académica recibida fue sumamente importante para mi desenvolvimiento laboral y social”.

¿En qué momento se dio cuenta que era la docencia lo que la acompañaría en su vida? ¿Tuvo otras opciones u objetivos?

Mary – “Desde muy niña jugaba muchísimo a la “escuelita”. Mis amigos del barrio eran los alumnos y obviamente yo oficiaba de maestra. Al terminar el secundario la elección fue simple: seguir estudiando para maestra en un colegio conocido para mí. Rápidamente me di cuenta que estaba contenta con mi elección”.

¿En qué escuela inició sus tareas y cuáles de ellas?

Mary – “Me inicié como docente “Suplente” en la escuela Bartolomé Mitre de Las Varillas. Allí trabajé dos periodos lectivos. Luego me llegó mi nombramiento como “Titular” para la escuela Fray Cayetano Rodríguez de Alicia, donde trabajé dos años y medio. Una permuta con otra docente me dio la posibilidad de regresar a una escuela ubicada en mi barrio: la escuela José María Paz. Para ese momento, me casaba y me venía a vivir a Pozo del Molle. El traslado definitivo a la escuela Francisco Malbrán fue en julio de 1993. Mi hijo mayor tenía un año”.

¿Fue docente de primario y en qué curso dictó las clases? ¿En qué áreas o temáticas siente que se especializó?

Mary – “En mi vida como docente hubo muchas coincidencias: en todas las escuelas me inicié como maestra de quinto grado y luego lo hice en sexto y séptimo en el área de Lengua. En la escuela Francisco Malbrán donde más tiempo trabajé, también estuve en tercero y en cuarto. Pero la mayoría de los cursos fueron quintos y sextos en el área de Lengua. Esta asignatura siempre me gustó mucho ya que me permitía descubrir las posibilidades creativas tanto en la oralidad, lectura y sobre todo escritura en cada uno de los estudiantes”.

¿Cuántos años estuvo y que significó en su vida la escuela Francisco Malbrán?

Mary – “La escuela Francisco Malbrán formó parte de mi vida por 27 años. Ella me dio la oportunidad de echar raíces, establecer vínculos sólidos de amistad con mis compañeros y compañeras, poder seguir trayectorias de estudiantes, verlos crecer y transformarse en adultos”.  

“En esta escuela transité dos embarazos y felizmente también compartí la etapa de la infancia de mis hijos. Me permitió vivir la experiencia que algunos de mis alumnos se transformaran en colegas: y eso te permite seguir creciendo, ya que sumas a tu experiencia la frescura y el afecto de los nuevos profesionales”.

“A veces cuando mi turno de clases no era suficiente iba por las tardes para trabajar con mi compañera de grado paralelo, o para completar algo que quedaba pendiente. Por eso mi corazón estará ligado siempre a estará institución”.

¿Qué cambios grandes sintió desde su comienzo a este último tiempo? ¿Qué siente que mejoró o no en la educación?

Mary – “La sociedad está en continuo cambio, por lo tanto, la escuela como tal no puede estar ajena a ellos. Creo que los más significativos han sido los tecnológicos. Si la tecnología ofrece datos, la escuela debe ofrecer razonamiento, creatividad y educación en valores para poder usarla”.

En su experiencia como docente ¿es la pandemia la situación más compleja que le tocó vivir o recuerda otros pasos complejos?

Mary – “Durante estos 34 años de actividad como docente la escuela pocas veces vio interrumpido el normal desarrollo de sus clases. Una situación particular se vivió en el año 1995, cuando tuvimos muchos días sin clases ya que los docentes hacíamos retención de servicio porque no cobrábamos nuestro sueldo. Cuando se regularizó la situación devolvimos los días no trabajados. En ese momento dimos clases los sábados.  Obviamente esto no fue así en todas las escuelas de la provincia”.

“Por lo tanto, una escuela no presencial como la vivida a raíz de la pandemia es algo inédito.  En mi caso extrañé mucho  el feedback (el ida y vuelta de respuestas) con mis alumnos. Los chicos y las familias, en nuestro caso particular, dieron todo de sí para afrontar la situación. La vida de la escuela se había truncado, pero la dedicación y el amor de los docentes una vez más dijeron: ¡Presente! y el vínculo afectivo y de aprendizajes pudo sostenerse”.

“Está muy bien que se haya vuelto a la presencialidad: se aprende con la interacción con el otro. Tal vez lo vivido el año pasado haya hecho reflexionar a la sociedad sobre el verdadero valor de la escuela”.

¿Cómo convivía con las despedidas de los alumnos que dejaban la institución? ¿Eran difíciles las despedidas?

Mary – “Siempre quisimos que los estudiantes de la escuela Francisco Malbrán se llevaran el mejor de los recuerdos de su paso por la institución, que sintieran cuánto lo habían querido cada uno de sus docentes y cuánto se habían enriquecido en cada aprendizaje o en cada experiencia vivida y cuánto aprendimos los docentes de ellos”.

“Por eso es que los chicos durante los primeros años del secundario volvían a la escuela varias veces al año a saludarnos y a contarnos cómo estaban funcionando en su nueva etapa escolar. Así seguimos en contacto más allá de la escuela…y más allá del paso de los años. Me encanta que me sigan saludando: -Chau seño Mary… Es el reconocimiento más lindo que podemos recibir”.

¿Qué proyectos de la comunidad educativa del Malbrán le gustaba y lo siente muy característico?

Mary – “Si hay un proyecto con el que siempre me sentí identificada fue el de la Radio Escolar. Proyecto que fue sostenido por todos los actores de la institución durante 20 años. La radio, además de todo lo pedagógico que nos permitía abarcar, nos habilitaba a vivir un momento de producción previa a la emisión donde el intercambio era muy valioso para todos. Por suerte en 2019 pudimos festejar sus 20 años a lo grande”.

¿Cómo la encontró la despedida y el beneficio de la jubilación? ¿Nos preparan para ese después luego de tanta actividad?

Mary – “La actividad docente es muy demandante. Muchos de los días de un maestro, transcurren pensando, organizando, corrigiendo, planificando, además de dar clases”.

“Luego de 34 años se siente que el tiempo de trabajo se ha cumplido… Yo logré ir preparando mi cabeza y mi corazón para este nuevo tiempo con anticipación… También es importante pensar en qué otras cosas invertir el nuevo tiempo”.

¿Qué le diría a todo el plantel de compañeras que la acompaño en estos últimos tiempos?

Mary –  “Con mis compañeros formamos una linda familia, hoy por hoy muy grande… Fue muy enriquecedor encontrarme con cada uno de ellos a lo largo de estos años. Todos vinieron a mi vida para aportarme algo muy significativo… Así que ¡Muchas gracias! A todos: sigan haciendo de la escuela “un lugar de encuentro”.

¿Qué mensaje le dejaría a los ex alumnos y aquellos que quizás no los pudo despedir como hubiese querido dentro de las aulas?

Mary – “A todos mis ex alumnos les agradecería por haberme gratificado con sus múltiples  historias de vida que tanto han enriquecido la mía”.