Marisa Vallejos dice que en el arte, “los chicos aprenden por que vuelan con la imaginación, los grandes tenemos estructuras que nos cuestan romper”.

Marisa Elizabeth Vallejos, nació en Santa Fe, capital, pero se crió en San Nicolás y vivió allí hasta los 18 años, desde ahí en adelante comenzó su vida en Pozo del Molle.  

Su familia de origen está constituida por su papá Oscar Vallejos (fallecido), su mamá Maria Elina Denis, sus hermanos, Rosa, Paula, Luis y Mario. Al año de venir al pueblo encontró rápidamente su compañero de vida, Jorge Quinteros, en noviembre del año pasado hizo 30 años que están juntos y en abril van por los 16 de casados.

¿Qué recuerdos tenes de tus estudios y tu infancia?

Marisa – “A los 2 años nos fuimos a vivir a San Nicolás, así que tengo el recuerdo del colegio primario allí, el secundario lo hice de grande acá en Pozo del Molle, fui de la primera promoción del CENMA, colegio nocturno que funcionaba en la Escuela San Martín”.

“Cuando estaba en 6º grado nos llevaron a una plaza en San Nicolás, la materia se llamaba dibujo, nos hicieron dibujar a lápiz al Gral San Martin en el caballo, recuerdo ganar ese concurso, se hacía con los colegios de la ciudad, desde ahí me gustó, se ve que estaba innato en mi. Una de mis tías que vive en Tierra del Fuego, me contaba que a los 3 años yo le hacía dibujos a mis tíos y ellos estaban sorprendidos por mi corta edad y por como dibujaba”.

¿Tu vida comercial y los comienzos son junto a Jorge y en la restauración de muebles antiguos?

Marisa – “Si, así empezó nuestra vida comercial, junto a Jorge comenzamos con la restauración de muebles antiguos, acá en la calle Sánchez Manzanera tengo mi taller y el nuestro, Jorge anterior a esto trabajaba para Rubén Piccato, dejó por qué armamos nuestro negocio, al mismo tiempo yo lo ayudaba y puse mi taller de pintura. Con la restauración de muebles comenzamos en el año 1998, en esta casa, compramos el terreno que había loteado y gracias a Martha Giraudo, que me acuerdo pagamos $100 por mes en aquella época, que era mucho, en esa época yo estudiaba Geografía y Biología, en el Vélez de Las Varillas”.

“Esta casa la fuimos armamos nosotros, levantamos los cimientos, después llamamos un albañil para que nos pusiera los tirantes, pero techamos nosotros, los dos con ayuda de hermanos, amigos, tiene todo nuestro toque y es el lugar donde hacemos todo hoy”.

¿Cómo los fue conociendo la gente, era una época sin redes sociales?

Marisa- “Todo nació sin querer, como todos los novios empezamos a pensar en cómo armar nuestra casa, tener nuestros muebles, no teníamos poder económico, empezamos comprando la cama de algarrobo y nos costó $300 era una fortuna, nos dimos cuenta que no íbamos a llegar a llenar la casa, ahí es donde nos sale un negocio de medio juego colonial español, ese juego completo de dormitorio usado nos salía lo mismo que la cama, dijimos empecemos a comprar usados y restauremos, fue en la casa de la mamá de Jorge que comenzamos”.

“Nosotros trabajábamos a puertas abiertas los fines de semana, la gente nos empezó a ver y consultar, empezamos a hacer los vidrios esmerilados, los aparadores antiguos traían eso y nadie los hacía en ese entonces, nos fuimos interiorizando por que Jorge al trabajar con la madera, se fue dando idea. Nuestro primer cliente fue el Dr. Tito Venturi, vivía a media cuadra de la casa de Jorge, los domingos sacaba a pasear a sus perros y nos vio, me acuerdo que se casaba su hija Franca, fueron los primeros muebles que hicimos y se fueron a Buenos Aires”.

¿Si bien habían encontrado su lugar de trabajo, no era fácil no? ¿La gente a veces se apega a los muebles antiguos por valores sentimentales?

Marisa – “A nosotros que nos gusta, es hermoso restaurar los muebles, nos pasó varias veces que la gente nos traía el mueble y tenía miedo porque a veces a algunos le cuesta desprenderse de los muebles, tienen un valor sentimental y lo quieren conservar como estaba, uno entiende esas cosas, los primeros clientes nos traían algo y miraban de reojo. Hasta que se dieron cuenta que gracias a dios, hacíamos bien las cosas, se les acabo el miedo, con la gran cantidad de trabajos que hicimos la gente sabía que dejaba su mueble en buenas manos, hemos hecho trabajo en toda la provincia, enviamos algunos afuera incluso”.

¿Cómo fueron tus comienzos con el arte en Pozo del Molle?

Marisa- “Una vez en Pozo del Molle, seguí dibujando, pintando, junto a mi papá, que si bien a él le gustaba mucho, el tenia habilidades manuales con la chapa principalmente. Me fui formando, una vez que hice el secundario acá fui haciendo talleres, hice seminarios, después me largue yo sola,  sigo perfeccionándome por que doy clases, tengo mi propio taller que se llama “Aquarella”.

“El taller lo arranqué en el 2012, pero para ese entonces yo venía haciendo murales, venia pintando negocios, todo lo que se refiere a la pintura, soy profesora e hice una maestría, en pintura decorativa, de técnicas, americanas, los hice en Santa Fe y San Francisco, ahora estoy haciendo otro, tengo tecnicaturas en mosaiquismo, vitrofusión, en espatulados, curso que sale y lo puedo hacer, lo voy haciendo”.

¿Contanos un poco más de Aquarella? ¿Aun siguen alumnos que se conservan desde tus inicios?

Marisa- “Tengo alumnos del 2012, más que nada las chiquititas que vinieron desde los 3 años, hoy siguen, lo mismo que gente adulta que aún perdura, el caso de Chela Bollatti, hasta el día de hoy se siguen incorporando. En “Aquarella” dentro de la pintura decorativa hay un montón de técnicas, mixtas, oleo, Aquarella, acrílico, espatulado, muchos cuadros con texturas, con las personas grandes no todos hacen lo mismo, cada cual viene con su inquietud y yo los voy guiando, hacen lo que quieren y necesitan en su casa, a su gusto, en cuanto a los niños trabajamos en un mismo trabajo todos, es un taller donde se aprende a mezclar colores, a diferenciar, a crear sus propios colores, pinceladas, se le enseña con materiales todos profesionales, empiezan desde cero, lo básico y así van avanzando”.

¿Además de la pintura tenes otras técnicas que te especializaste? ¿Cómo y dónde aplicas la vitrofusión?

Marisa – “Dentro de lo que es arte decorativo, vitrofusión, era algo que acá no se veía, lo vi desde el punto de vista comercial, no había ese tipo de técnicas, yo hoy en día no lo enseño, pero si lo trabajo, vendo mucho a negocios, a particulares, en la zona, aparte de las redes sociales es el boca a boca, a veces hay gente que llega a casa por un mueble y ve que yo tengo cosas para mostrar.  La vitrofusión es mueble fundido, se presta para un montón de muebles, desde ventanas, etc”.

¿La verdad que hay obras tuyas en todo el pueblo, una importante es el mosaiquismo en el Hospital Dobric? ¿Recordas otras que te hayan gustado hacer?

Marisa – “Nuestra tarea diaria nos ha llevado a mí y a mi marido a hacer tareas también en espacios públicos,  la restauración de cosas más los talleres de mosaiquismo, una amiga de Buenos Aires me invitó por redes a sumarme a hacer murales en homenaje de concientización sobre quien fue René Favoloro, con mis alumnas en ese entonces realizamos el mural en el hospital Raúl Dobric, fue un mural hecho con la gente, participó el pueblo y la zona, los corazones que hicieron cada uno los emplazamos ahí. En La Playosa, también hicimos el mismo mural, allí con el taller de allá hicimos también un mural en la municipalidad de La Playosa”.

“El mural de la estación donde se encuentra radio Top, yo llevé el proyecto al ex intendente Carlos Salvático, el bosque de eucaliptus, pinté el negocio de “Pepos”, cada local pide algo distinto, ese lugar es concurrido por gente joven, les gustaba grafitis, me encanto hacer el de “Ergo”, era la primera vez que pintaba vikingos, me encantó. Pinté en los colegios San Martin, Malbrán, club Cazadores, carpintería Piccato, gracias a dios en varios lugares”.  

¿Siempre es mejor sumarse de pequeño en el arte, o no hay edad?

Marisa – “Nunca es tarde, tengo una anécdota de don Enner Bollatti, vino 4 años, era un hombre grande de edad, quería pintar cuadros, quería dejarle a su familia, hijos, nietos, un cuadro, lo logró, una semana antes de su fallecimiento, Jorgito le enmarcó sus últimos cuadros, gracias a Dios cumplió con su sueño. Además de pintar bien, fue una persona excepcional, yo lo sentía como un padre, una persona memorable”. (Lo dice muy emocionada)

“La mano se educa, la edad no tiene nada que ver, el pulso se encuentra, es como el dicho de aprender a andar en bicicleta, los que aprenden de chico aprenden más rápido porque no tienen miedo, acá pasa lo mismo, los chiquititos aprenden por que vuelan con la imaginación, los grandes tenemos estructuras que nos cuestan romper”.

¿Qué consejos les darías a los jóvenes desde tu lugar?

Marisa – “El arte con la pintura, es una forma de expresión, nos permite expresarte, como a veces te permite expresarte las letras,  a nosotros un pincel nos permite expresarnos, tenemos que encontrarnos con el arte, dejar de lado el teléfono, la computadora, yo les diría que tratasen de expresarse por medio del arte y dejen huellas, como las letras queda algo escrito, deberían ir por ese lado”.

¿Qué sueños te quedan por cumplir?

Marisa- “Mis sueños van enganchados con otros, nunca pude llegar a un sueño sin arrastrar otro y los he podido cumplir, el dar clases, poder vivir y trabajar de lo que uno le gusta, es una satisfacción, un sueño que no es tan difícil que no lo he logrado, por falta de tiempo, ir aunque sea a Trincheras, sentarme con un atril y pintar un atardecer o un amanecer”.

Muchas gracias por tu tiempo Marisa.

Marisa – “Me gustaría agradecerte a vos, porque siempre están presentes, ustedes desde el canal, siempre tuve el apoyo del pueblo, vengo de afuera, uno a veces se cohíbe, pero a lo largo de estos años se que nos apoyaron siempre, a mi familia que me acompaño, a la gente que todos los días nos elige, mil gracias.