El actor Romano Piccato, nos habla de la obra de teatro inmersivo en las sierras, pero va más allá, rompió el pabellón y habló de sexualidad, de su comunidad y reflexiona con un mensaje muy claro.
Hola Romano, muchas gracias por tu tiempo, lo he visto en redes sociales, estás en una obra de teatro y en lugar muy emblemático, ¿un viejo edificio con toda una historia atrás?
Romano Piccato – “Sí, es un ex hospital de tuberculosos, en principio se curaba gente con tuberculosis, en sus momentos las condiciones climáticas eran muy similares a un lugar de Suiza en donde se curaba la tuberculosis, muchos se venían de otros países acá, tenía una fama muy buena el lugar, después se transformó en un neuro psiquiátrico abandonado, luego quedó en ruinas, totalmente abandonado y fuera de funcionamiento, al igual que varios edificios de la montaña, otros hospitales, una morgue que hay por ahí cerca y bueno ahí intervino “Pardo Producciones”, que es quien hace la mayoría de la obras de Carlos Paz, que se comunicaron con la municipalidad, porque una cosa es pedir un edificio para sacar una foto pero otra cosa es meter gente adentro y que se transforme en un lugar seguro”.
“En partes está en ruinas entonces la producción necesitó de esa habilitación municipal para transformarlo en lo que nosotros llamamos teatro inmersivo, es cuando el actor está en compañía del público, los tenes a tu alrededor, el público te sigue, te hace pregunta, te habla, interviene, se corre de ese espectador que está sentado en una butaca mirando un espectáculo que sucede en una caja negra, esto no, uno tiene que llegar con su auto entremedio en la montaña, de entrada es imponente, lo decimos siempre que el 70 por ciento del espectáculo es el lugar, porque ya tiene muchísima información, tiene una carga simbólica muy alta, encima es de noche”.
¿Cómo es actuar precisamente con la gente alrededor de uno?
Romano – “Y para el laburo de un actor la verdad que fue todo un desafío, cuando uno comienza en esto siempre se refugia en lo que está pactado entre los colegas, entre el técnico, el stage, siempre sin la intervención del público, pero acá estás en vivo, se te meten al medio, te hacen preguntas, el acting también los incorpora a ellos, este es el segundo año que lo hago, el primer año tuve como mis ciertas crisis de decir donde me metí, no encontraba refugio en la solidez del guión, de repente tenía que llegar a una escena en la otra punta del pabellón, hacías fuerzas entre la gente para llegar a tiempo, nos guiamos por la música, todo el espectáculo tiene tiempos, dura poco más de una hora y el actor se guía por una pista musical, entonces decís en esta parte de la música tengo que estar acá, en el cambio musical me tengo que ir a una habitación que está a 100 metros, vas pensando todo eso pero en convivencia con la gente, que te pueden pasar miles de cosas”.
¿Contame más del lugar y cómo se te dio de ingresar a la obra?
Romano – “El lugar es el hospital Colonial en Santa Maria de Punilla, a 1000 metros del semáforo de lo que sería la entrada al Cosquín Rock, de hecho venís por la ruta y ya lo ves en la montaña, el espectáculo se empieza a ensayar en octubre y no en el lugar, si no en Carlos Paz, en la academia de Mariana Masera (directora de actores) junto a Rocío Pardo que es la directora general, se hacen audiciones, se hicieron audiciones en el Teatro Luxor, yo entré al espectáculo por tener amigos en común junto a Rocío, le dije que si me necesitaba para algo que estaba disponible, el año pasado estuve solo con un rol actoral, este año tuve trabajos en Buenos Aires y se me complicó venir a ensayar, entonces opté por un rol en la asistencia de producción, pero como el espectáculo trata sobre un reality show, la gente desde que entra entiende que estamos grabando un reality, dentro de la ficción que proponemos, soy el encargado de hacer correr el show y la gente me ve, me compuse un personaje, yo le puse Pedro, es un director un poco dejado, loco, drogón, medio gruñón, cansado de la noche, hablo con la gente resolviendo problemas reales pero ya desde el personaje”.
¿Cuántas personas intervienen?
Romano – “En total somos unos 35 aproximadamente, entre equipo de actores y actrices, equipo técnico, producción ejecutiva, marketing, todo el equipo de producción de Pardo, filmaker, creadores de contenidos, las personas de máscaras negras, los acomodadores que se encargan de guiar a las personas adentro, porque por ahí algunos entran y se quieren ir, o quieren salir a tomar aire, es tan amplio que por ahí te perdes”.
¿Al entrar al espectáculo a la gente se les coloca una máscara?
Romano – “Si para diferenciar al público del actor, te colocan la máscara, uno sabe que el que no tiene máscara está actuando, los que tiene máscara son los espectadores, es muy interesante el anonimato que te da el tener una máscara a cuesta, de repente es como lo que sucede en el celular a través de la pantalla, como que sos vos, pero no sos vos, nadie te mira a los ojos, el espectador logra como una impunidad o confianza, mucha gente se anima a hacer cosas que no las hace nunca, si no fuera por tener la máscara y estar ahí adentro, muchos se divierten con eso, se los pone en situación, entran en diversos grupos, podes seguir con el mismo o quedas solo, te sacan de la zona de confort, de lo que uno está acostumbrado a ver”.
¿Cuáles son las críticas que van recibiendo al final de la gente que ve la obra?
Romano – “Y al haber tantos artistas en escena y tantas historias en paralelo que entre ellas se relacionan, entonces cada uno vio tal cosa, debaten, cuando van en grupo se quedan debatiendo todo lo que vieron, empiezan a unir las historias y eso está buenísimo, una de las cosas que más valoro es que se genera un feedback, la gente sale muy alucinada, uno lo tiende a naturalizar por la locura de uno, pero sin menospreciar o darle una connotación negativa, pero el público común del día a día, el que va a la oficina, cuando vive una experiencia así, es llenarlo de estímulos, despertarles los sentidos, otras cosas, salen de la zona de confort como te decía”.
¿Qué días y horario de las funciones?
Romano – “Nosotros estamos de miércoles a domingos con función todas las noches a las 22 horas, viernes y sábado doble función, la de las 22 y la otra a las 23.30 hs, terminados agotados, pero amamos, si todo sigue así, vamos a estar hasta el 6 de marzo”.
¿Por qué se llama Pabellón Tornú?
Romano – “La obra se llama así por un médico que forma parte del hospital, de apellido Tornú, el equipo de “Pardo Producciones”, Rocío y Mariana, le pusieron ese nombre allá por el 2016, 2017, lo dejaron descansar un poco y ahora se llama “Pabellón Tornú” pero tiene diferentes nombres, en este caso es “La Red”, el espectáculo habla de las redes sociales, es una crítica, una analogía a tanto haters, al odio en redes sociales que este momento estamos con una cumbre de odio a través de la pantalla, un poco sucede eso con tener una máscara”.
La nota era por la obra, ¿pero ¿cómo estás vos, en la actualidad?
Romano – “Mira me pongo más grande, me pongo más viejo y siempre termino entendiendo que la felicidad y la plenitud está en las pequeñas cosas, en cuanto a lo que me pasaba cuando era un niño en el pueblo y quería triunfar, quería escenarios o fama por así decirlo, uno en ese momento lo idealizaba mucho, pero en este momento de mi vida estoy muy tranquilo, con mi familia, muy tranquilo con mi sexualidad, con la profesión, con los vínculos que estoy generando dentro del ambiente, empecé a entender que todo tiene un proceso, un tiempo, que no siempre es como uno lo proyecto o lo calculo, trato de tomarme las cosas desde un lugar de aprendizaje, empecé terapia después de la pandemia porque me había encontrado en un momento en donde no tenía ganas de hacer nada y yo no soy un tipo que no tenga de hacer cosas, soy creativo, hiperactivo, eso me ayudó a encontrarme como individuo, independiente, adulto, sin tanta carga familiar o cosas que no tienen que ver con uno, estoy muy feliz con mi versión de ser humano en este momento, estoy contento con la profesión, me dedicó mucho a la parte de producción, creatividad, arte, dirección de arte, crear set, montar escenografías, puedo mechar muchísimo mi don familiar con la madera, formo parte de equipos de trabajos muy interesantes en Buenos Aires que tienen que ver con crear espacios artísticos, que no necesariamente es estar arriba del escenario, es debajo, pero es igual de satisfactorio como estar actuando”.
“Además, estoy formando parte del equipo de actores del hospital Garrahan y hacemos simulación médica, ahí se me abrió otro mundo, entrenamos a residentes, nosotros interpretamos diferentes roles, tenemos un guión muy escueto para evaluar como el médico se desarrolla ante la problemática presentada, entonces estás todo un día prácticamente encerrado en un cámara gesell, donde otros médicos del hospital te estás evaluando, cada 7 minutos te tenes que resetear por que entra un médico, sale otro médico, eso es un gran entrenamiento, es algo muy nuevo que existe ahora, el usar la actuación para entrenar en cuestiones de salud y son cosas que no te imaginas que llegarías a hacer”.
“Me empezó a pasar que después de haberme ido de Pozo del Molle hace 10 años, como que empiezo a ver mi arbolito, uno tiende a ser rama del árbol familiar, ahora estoy viendo las ramas de mi parte del árbol, es como que pronto será la familia del árbol de Piccato del molle y la de Piccato de Buenos Aires, estoy pudiendo armar mi circulo, transformando a mis amigos y vínculos en familia, que son las personas con las que mayor tiempo paso”.
Para cerrar, te pido como una reflexión final, puede ser una invitación a la obra y también un mensaje a la comunidad de Pozo del Molle.
Romano – “Desde ya que si tienen ganas de vivir una experiencia diferente y esto no lo digo para vender la obra, que busquen en las redes sociales “Pabellón Tornú”, llegar es muy fácil con la autovía que han hecho desde Córdoba, están súper invitados, los que quieran tener entradas con descuentos, que me hablen por redes que lo charlamos y lo negociamos”.
“Y como cierre, estoy muy amigado con Pozo del Molle, en un momento me he enojado mucho con la discriminación o con las mentes muy cuadradas que hay, de hecho yo fui una en su momento, pero ahora estoy en una muy positiva de entender, de acompañar, de entender el contexto y la información que reciben, disfruto mucho de ir al pueblo, antes me costaba ir, ahora estoy tranquilo, voy y duermo como un bebe, así que un gran abrazo a toda la comunidad, creo que en estos tiempos me parece importante remarcar, el no vivir desde el prejuicio, no alimentar la opinión ajena, no fomentar el chimento, el puterio por así decirlo, ser cuidadosos, porque puede generar mucho daño, seamos respetuosos con la privacidad, entendamos que la gente tiene privacidad y con eso no hay que meterse”.
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