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HERMINDO LENARDÓN, EL CUSTODIO DEL DR. FRONDIZI

El Dr. Arturo Frondizi, cuando llegaba decía buenos días granaderos a los dos soldados que estábamos de guardia, se iba para el ascensor, si el llegaba primero, nos esperaba, era muy amable30/08/2020

HERMINDO ANTONIO LENARDÓN

Nació un 11 de julio de 1939, sus padres fueron Ángel Lenardón y Úrsula Vercelli, tiene dos hermanos Maria Elvira aquí en Pozo del Molle y Silvino el dueño de la estación de servicio en Saturnino María Laspiur. En el año 1971 se casó con Aurelia Teresa Césere y tiene 4 hijos, Marcelo, Karina, Hernán y Silvano.

Aquí vamos a repasar su historia, pero dentro de ella hay un relato muy particular, Hermindo fue custodio, un granadero del regimiento de a caballo del ex presidente Arturo Frondizi en el año 1960, hace 60 años atrás participó además del desfile popular por el aniversario 150 de la gloriosa gesta de la revolución de mayo.

Buenas tardes Hermindo, gracias por recibirnos, antes de comenzar a contar su relato particular, quiero que me cuente, ¿Dónde nació y cómo llega a nuestra zona?

Contesta Hermindo – “Naci en una casa que pertenecía a La Puerta, es una comuna, ahí hubo alguna vez un conflicto histórico con tiroteo de por medio entre peronistas y radicales, mi papá tenía 22 años cuando fue eso, en Plaza de Mercedes, es de Santa Rosa de Rio Primero a 30 kilómetros hacia La Puerta, aquí en la provincia de Córdoba. Antes nacíamos en una casa, con una mujer mayor que ya había tenido a otros hijos y nos cuidaba a los que recién empezábamos, tengo varios primos todavía y una sola hermana de mi papá que vive en Morteros y tiene 93 años”.

“Luego nos vinimos acá a trabajar al campo de Peducci, hoy de Arnoletto, por medio de unos amigos nos enteramos y vinimos a Corral del Bajo. Estuvimos 8 meses en la casa de Bautista Revelli, al frente de Cabrerizo (en calle Sánchez Manzanera), después nos fuimos de Antonio y Juan Cattelan, los padres de Pichino y el Pato, todavía eran solteros ellos, también fuimos al campo de Bertone donde es Drua ahora, sería el padre de Héctor A. Bertone el que tiene los agroquímicos”.

“Fue recién en el año 1953 cuando mi papá pudo comprar el pedazo de campo, hasta ahora siempre estuvimos ahí, de acá al molle hay 17 kilómetros, sigo yendo al campo, yo voy para ir a dar una vuelta, debe hacer 12 años que estoy en el pueblo”.

Yo le agradezco a su hija Karina, que sabe que uno está buscando este tipo de historias, anécdotas poco habituales, por eso estoy aquí, comencemos a contar, ¿cómo empieza su aventura de ser un custodio y granadero en la época de Frondizi como presidente?

Hermindo - “La historia es así, fuimos a la revisión médica con el Cacho Césere, viajamos para sumarnos, de ahí sacaron una parte para formar el regimiento de granaderos a caballos, necesitaban 10 personas, en la fila había 9, yo ya estaba designado para ir a Chajarí, Entre Rios, en ese entonces Cacho escucha a oficiales que hablaban que le faltaba uno, en ese momento Cacho se animó y les dijo a los oficiales que yo quería ir de granaderos con él, entonces el oficial viene y me dice ¿quiere ir de granaderos usted? ¡Y si le digo!, me preguntó si sabía andar a caballo, le contesté que estaba criado en el campo, a lo que el oficial me respondió  “va tener que aprender de nuevo, no es lo mismo andar en el campo que tener que desfilar”.

“Nos vinimos de vuelta con todo confirmado, ya nos dieron el pasaje para viajar a Buenos Aires en tren, salimos de Córdoba, en esa época el tren pasaba por San Francisco, el 20 de enero de 1960, ya estábamos en el regimiento de granaderos”.

“Cuando nos llamaron que di apto y me llamaron para incorporarme en ese tiempo era obligatorio a los 20 años, no teníamos opción, no sé cuando cambiaron a 18 años, yo cumplí 81 años el 11 de julio, se cumplieron 60 años de que hice el servicio, yo estuve en el segundo escuadrón, había 4 escuadrones de caballería, un escuadrón de ametralladora y el escuadrón de servicio, 30 de nosotros por semana se iban a casa de gobierno a hacer guardia, semanalmente se renovaba de los cuatro escuadrones de caballería”.

¿Cómo fue ese año en Buenos Aires?

Hermindo – “Ahí tuve la suerte de que fue el 150 aniversario de la revolución de mayo, vinieron muchos presidentes del extranjero mandados por los gobiernos, estuvo el presidente norteamericano, había llegado un buque de guerra un mes antes, estuvo anclado en el puerto de Buenos Aires y nos llevaron a visitarlo, toda delegación que llegaba de afuera, lo hacía con un tiempo de anticipación al 25 de mayo, nosotros teníamos que hacerles de escolta a todos los que venían, de a caballo y después el día del festejo del aniversario, fue estar desde la 7 de la mañana hasta las 10 de la noche en el festejo, desde donde estábamos hacia la casa de gobierno, teníamos 1 hora y media de a caballo”.

¿Qué tareas hicieron en el desfile y en la vida diaria durante el servicio militar?

Hermindo – “La función que cumplimos fue desfile, luego hacíamos guardia en casa de gobierno, 2 horas en cada puerta frente a la plaza de mayo, había que estar firme dos horas sin moverse, a los 5 minutos ya te parecía que estábamos, se hacía eterno. Cuando llegaba el presidente, lo teníamos que esperar, lo escoltábamos, el presidente subía en ascensor a la oficina de él y nosotros subíamos por las escaleras, nos turnábamos para cuidarlo, teníamos en la casa de gobierno 2 horas de guardia y 4 horas de descanso, en el descanso podíamos dormir, leer, era todo muy distinto ahí, en el cuartel había bolsa de rancho, se comía todo junto, ahí no, en casa de gobierno tenían gente que hacía de comer, tenían todo preparado, nosotros solo nos sentábamos a comer. Dentro de todo, para la vida civil, fue muy engorroso mi año, pero tuve que cumplir con el servicio militar, conocí Buenos Aires y no pase ningún sobresalto”.

¿Qué recuerdos le dejó Frondizi, cómo era con la gente?

Hermindo – “El Dr. Arturo Frondizi, cuando llegaba decía buenos días granaderos a los dos soldados que estábamos de guardia, se iba para el ascensor, si el llegaba primero, nos esperaba, nos decía, bueno hasta luego, era muy amable, muy distinto fue cuando él se fue de viaje al exterior y estuvo José Maria Guido, vicepresidente, el era más rústico, no era dado, no decía ni buen día, cuando llegaba a la oficina se bajaba y entraba, si nosotros llegábamos o no, le daba lo mismo. Para nosotros no era lo mismo, nos sentíamos incómodos con él, por que cuando estaba el presidente teníamos que estar con ropa de gala, teníamos por un lado el Fal (Fusil automático liviano), el sable era como un adorno, fue todo muy lindo por ser el aniversario del regimiento”.

Me dice que no tuve sobresalto, ¿Qué recuerdos tiene de los jefes, del trato?

Hermindo – “El 20 de enero de 1961 vine de vuelta, en los 12 meses nunca hubo ningún inconveniente, la casa de gobierno no estaba vallada, el Dr. Frondizi era un radical intransigente, en esa época los radicales habían tenido discordias muchas veces, recuerdo que dos veces lo hicieron, lo que llamaban plan CONINTES, te preparaban tipo simulacro si ocurriera algo. Tuve la suerte que nos llevaron a campo de mayo a prepararnos, vino el sargento Aguirre, era un hombre grande, serio, me dice gringo vos tenes que venir conmigo para hacer la comida a los oficiales y suboficiales, yo de comida no sabía nada, pero mientras los otros estaban preparados para tareas, yo estuve tranquilo en tareas de cocina.

¿Tiene alguna anécdota con las armas y las guardias?

Hermindo – “A las armas las usábamos cuando íbamos a Tiro Federal, estaba pegado a la cancha de River, nos hicieron tirar también con la pistola, o con la ametralladora, recuerdo que le retuve el gatillo y se me movió para todos lados, el oficial se asustó. En todos los lugares de guardia, no pasaba nada, estábamos avisados que teníamos que gritar en alto que se detengan, luego tirar el primer disparo al suelo, pero nunca pasamos por una situación de ese tipo”.

“Una vez me pasó que me dormí en la guardia, cuando me di cuenta el oficial me había sacado el FAL, dejarse sacar el FAL, era sagrado, era lo peor, me hizo pasar el sueño rápido, como castigo me hizo hacer salto rana, cuerpo a tierra, tocar la pared, ir y venir a 50 metros. Nosotros no podíamos hablar con un oficial a menos de 1 metro de distancia, se imponía el respeto”.

A pesar de estar lejos de su familia, podemos decir que ¿tuvo una buena experiencia?

Hermindo – “Si la experiencia es muy buena, gracias a Cacho que se animó a preguntar y se dio la casualidad, en el mismo tiempo, dormíamos en el mismo lugar, si él estaba arriba yo abajo, con Cacho íbamos juntos a la escuela de Corral del Bajo, éramos de la edad, estaba también Ñañin Molina, el fue después de nosotros, no sé si el antes fue mozo, pero estaba en el casino de oficiales y suboficiales, se le decía así por que era el lugar donde ellos paraban, dormían y comían ahí cuando estaban de servicio, yo lo conocí allá, en esa época estaba en el campo yo, los dos se fueron temprano para el otro mundo, pero se los recuerda muy bien. Me habían puesto de encargado en un depósito de ropa, venían los suboficiales a tomar mates, uno se portó bien y se hizo querer”.

¿Volvió a Buenos Aires a visitar al regimiento? ¿Si volvió notó cosas diferentes en el lugar? ¿Cambios en el tiempo?

Hermindo – “No, después no volví al lugar, si fui por un tema de salud de mi hija, pero no fui al regimiento de granaderos, se por comentarios que la caballería la sacaron toda de ahí de Palermo, no tuve oportunidad de ir, fui a ver partidos de futbol, en la cancha de River, Boca, Estudiantes, antes pagábamos 10 centavos de seguro de vida, con la ropa militar en la época entrabas gratis. Tenía a la familia Dogali, que fueron vecinos en el campo, estaban en Avellaneda, a veces pasábamos algunas noches ahí”.

“En Buenos Aires ya había villas miserias en aquella época, a la noche cuando volvíamos, generalmente los fines de semana, vine dos veces de franco, no había mucha facilidad para llegar, hasta Vila Maria no había problema, estuve 6 días libres en 12 meses, no había colectivo, muy poco, había que venir a dedos. Ya vi en aquella época, gente durmiendo en los subtes, en las puertas. En el subte de 3 de febrero se veía de todo”.

Volviendo a su historia de vida, ¿se acostumbró al pueblo o volvería al campo?

Hermindo “Si tuviera que ir a vivir al campo de nuevo me iría, hoy hay teléfonos, antenas, televisores, internet, camino buenos para venir, además ahora me siento atado, por más que sea zona blanca, respeto la edad, el frio, entonces se me hace larga la tarde, me cuido”.

“Las vacas nos llevaron adelante a nosotros, sembramos algo muy pequeño, pero siempre vivimos para el tambo, mucho tiene que ver con el campo que compró mi padre, es un terreno bajo, tuvimos muchas inundaciones, muchos se acordarán en la casa que Vivian los Cuellos, seguro los conoces, Elvio, todos ellos Vivian ahí, Don Calixto y Doña Telma era los padres de Elvio (Elvio fue el padre de Alberto, Nino y Estela).

¿Suele ir todavía al campo a ayudar? ¿Cómo ve el sector?

Hermindo – “Me siento bien, si tengo que subirme al tractor lo hago, me siento bien de energía, para andar con la camioneta, estoy conforme con la vida que he llevado, hoy veo que hay un futuro incierto, estamos pasando por un periodo de sequia, que eso lo sabemos que ocurre, pero el tema es que está todo caro, cuando sobra encima no sabes dónde invertirlo, lamentablemente es así hoy.

¿Le tiene miedo al virus?

Hermindo – “No le tengo miedo al virus, hay que cuidarse, uno no sabe si todo lo que dan por televisión es todo cierto, o si inventan algo, yo quisiera que esto se arreglara, que haya un acuerdo, no que uno tire y el otro afloje, que se tiran piedras, que se arreglen por el bien de todos, pienso para mis hijos, mis nietos, que ellos tengan una tranquilidad para vivir como era muchos años atrás.

Así cerrábamos la entrevista con Hermindo, 81 años, con una memoria envidiable, fue muy enriquecedor escuchar el panorama que tiene, la visión que tiene, se cuida del virus, es crítico de la realidad que le muestran los medios, exige un cambio de los que están arriba, realmente admirable, digno de un hombre con una trayectoria bien vivida, que se ve reflejada en valores familiares que no se perderán en las próximas generaciones. Ahora sabemos que alguna vez, hubo un hombre que vive en nuestro pueblo y que custodió al Dr. Arturo Frondizi (el presidente que gobernó a los argentinos de 1958 al año 1962).

 

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