El tiempo no se detiene, pero no sé en qué punto es cuando empieza a acelerarse, porque a veces siento que los días han pasado muy rápido, a punto de cumplir los 40, pero ya viendo como mis amigos los van festejando, se me vienen a la mente miles de pensamientos, sensaciones, que quisiera compartir con ustedes, como siempre, ¿con quién si no?
Hace unos días lo saludé afectuosamente a mi amigo Paolo, ¡felices 40! le dije, me contestó “creo que ha pasado la mitad de nuestras vidas”, entiendo que sí, el deseo de uno es poder estar mucho tiempo en este plano, si bien los avances de la ciencia son importantes sabemos que es un objetivo posible pero ambicioso. Es más, acá en la localidad en donde vivimos, a los 25 años de haber terminado el secundario, se realizan reencuentros y hemos visto que varias promociones con mucha juventud en sus venas han tenido lamentablemente pérdidas en el camino, no solo me refiero a los integrantes de cada promoción que adelantaron su viaje, si no, a los seres queridos que nos van dejando en diferentes etapas de nuestras vidas.
Hace unas horas vengo de compartir un momento con mi amiga María Laura, cuando iba a saludarla por su cumple, recordé que ella y María Inés habían sido mis compañeras y amigas con las cuales ingresé en nuestra noche de egresados. Al llegar al lugar me emocionó ver que pudo compartir una fotografía con sus padres, me puso muy contento que le quedé ese recuerdo para la posteridad, el verla compartir también con sus amigos y su propia familia.
LOS CAMBIOS DE ÉPOCAS Y EL RUMBO DE CADA UNO.
Alguna vez fui pibe y en ese entonces me daba la sensación de que los que llegaban a los 40, eran demasiados grandes, es que antes se casaban a los 20 y posiblemente algunos pasados los 40 ya eran hasta abuelos. Eso cambió muchísimo, primero por lo que dije arriba, los avances de la ciencia, pero también por la información y los nuevos aprendizajes que fuimos adquiriendo.
Hoy en día tenemos mucha información sobre el cuidado de uno mismo, nos tomamos ese tiempo de dedicarle al cuerpo y el alma, tal es así, que eso hizo que los cambios también lleguen, los rumbos de cada uno son distintos. Por ahí algunos amigos fueron papás más temprano, otros estamos arrancado, algunos terminaron de estudiar, otros siguieron el legado de sus padres, algunos cambiaron de lugar de residencia, cada uno siguió su camino y tenemos esa felicidad de juntarnos cada tanto y de contarnos por donde estamos cada uno, sabiendo que cada tiempo para nosotros ha sido exacto, cada cual decidió y el destino jugó a favor para vivirlo en el tiempo que teníamos que hacerlo.
Y por más que sigamos haciendo amigos, por un deporte, un club, una institución, un trabajo, hay algo que siempre tendremos en común, muchos de los que pintamos canas y algún que otro pelo menos en la cabeza, en este pueblo hemos vivido juntos mínimo 17 y 18 años, lo cual nos ha marcado para toda la vida, queramos o no, siempre volvemos a esos hermosos recuerdos.
LOS DE 40 VIVIMOS.
Yo creo que los de 40 tenemos la suerte de haber vivido en los 90, aunque en lo personal debo reconocer que el tener un hermano mayor me hizo rememorar situaciones de los 80, sobre todo musicales que son de total agrado. Es que bueno, cada tanto cuando pongo a sonar “Bon Jovi”, “Bryam Adams”, “Guns N Roses”, “Aerosmith” y si aparece “Armaggedon” en la tele va más fuerte que de costumbre.
Los de 40, vivimos en una amplitud musical que nos beneficia, yendo al cuarteto tuvimos la suerte de vivir el esplendor de la Mona Jiménez, cuando nuestras amigas cumplían 15 años, tuvimos la suerte de bailar los temas del cd “La Mona y el Hombre”, “Laura”, “La novia blanca”, “el de la primera fila”, “loco perdido”, “ruleta rusa”, fue la época de Cachumba, el inicio de la Trilogía Trulalera, con Amato, Toledo, Ceberio, el boom de Rodrigo. Al mismo tiempo crecimos con las disociaciones de Gary, Jean Carlos que se enfocaban como solistas.
Los de 40 vivimos la época gloriosa de los bailes, en nuestra localidad se realizaban tres por año, el miércoles anterior al jueves santo, el de la fiesta del pueblo en Pozo del Molle y el del 23 de diciembre, el de víspera de navidad, sumado a que, en cada localidad de la zona, siempre había alguno presente, viajábamos por todos lados. Es que fueron bailazos aquellos del Sportivo, Fundación y alguno que otro en Argentino.
En la primaria jugábamos con nuestros amigos, siempre había alguna que otra pelea, pero cuando el que se sentía perdedor iba al piso, o decía ganaste vos, todo terminaba ahí, al otro día ya nadie volvía a mencionar del tema y seguíamos amigos como siempre. A fin de año hacíamos las fiestas de cierre y alguna que otra actitud había que demostrar, alguna vez me creí “Pablo Ruiz”, “Ricky Maravilla”, “Emanuel”, “Elvis Presley” o el líder de “La Zimbawe” sin miedo al éxito en algunas noches.
Los de 40 pasamos por la escuela de verano de Fundación y con la soga en la cintura del profe Luis Narduzzi aprendimos a nadar, fuimos a campamentos y nos creíamos que podíamos hacer lo mismo que los pibes de “amigovios”, una serie televisiva que fue mucho más que un verano, ni hablar del verano del 98. Lo mismo hoy, muchos no entienden los chistes sobre aquellos que salen subcampeones en algún deporte, es que nosotros si vivimos los de 40, la época de “cebollitas” y nos enojamos cuando los power les ganaron y encima se llevaron a Gastón al equipo negro.
Y si hablamos de sufrimiento, lo que lloramos cuando lo tiraron del barranco a “Mufasa” en el rey León, somos de la camada de los que íbamos seguido al cine con las películas taquilleras Es que ahora todos se ríen por los videos de TIK TOK, pero nosotros tuvimos la suerte de coincidir con Nicolás Cabré, Mariano Martinez, Florencia Bertotti, las grandes novelas del trece o de Telele, fueron muchos más que “Son Amores”.
En el secundario nos hicieron notar que no siempre podíamos estar todo el día con la gente que queríamos, primero porque nos subieron de 6 grado a 1 año y luego porque nos dividieron por las letras, A, B, C y eso nos costó dejar amigos que no los veríamos en el aula por unos años. Al finalizar también, algunos fuimos bachilleres de naturales, otros de la granja, aunque el boliche nos unió a todos para dejarnos enseñanzas en toda la vida.
Los de 40 vivimos la época en que trabajar en el boliche, era trabajar en la primera empresa de nuestras vidas, aprendimos a elegir presidente, vicepresidente, tesoreros, algunos teníamos reuniones, otros eran encargados de bebidas, para elegir un nombre hubo que ir en democracia, incluso por un voto perdimos el viaje con “Rio” y terminamos yendo con “El Rápido”, aunque la pasamos inolvidable igual. No me quiero olvidar, los de 40 vivimos la época del boliche de dos pisos en la calle San Martín.
En cuanto música sigo pensando en eso de la amplitud que les dije, éramos adolescentes cuando se despidió “Soda Stereo” al grito de “Gracias totales” y vivimos el mejor esplendor de los solitas, la competencia de Luis Miguel, Cristián Castro, Enrique Iglesias, Chayanne, la época donde Thalía hacia novelas y Shakira facturaba por tener canciones hermosas y pegajosas, como la suerte que tuvo Antonito alguna vez. Y por si fuera poco, también escuchábamos los “Back Street Boy”, “Hanson”, bueno no digan nada, todavía cada tanto los escucho.
Los de 40 vivimos épocas duras, no las que vivieron otros, pero en la universidad nos arreglamos con LECOR, LECOP, TICKET CANASTA, pagábamos con los que podíamos con tal de estudiar y estar siempre con la mente puesta en salir adelante. En aquellas épocas las camperas se apoyaban en el piso y se bailaba haciendo una ronda para cuidarlas, no siempre alcanzaba para el guardarropa.
Los cumpleaños de 15 eran pocos en Sociedad Italiana, habría que reinventarse, un café a la salida de “Weekend”, un brindis en “Bomberos” y al boliche, un rato en el club de Cazadores, el patio de una casa, el viejo salón de Atilra, vivimos de todo y ahora de grandes nos damos cuenta el por qué.
Y yendo a la zona, tuvimos la suerte de vivir las épocas de “Tío Tom Power Disc” y las mujeres no pagaban el último sábado del mes, vimos a “Fénix” crecer y luego caerse con la llegada de un “AV NOVA” histórico, que algún día debería escribir una nota sobre ese boliche varillense, de la cantidad de bandas históricas de rock que confluyeron allí, eso también, lo vivimos los de 40.
Hoy a los 40 me pone contento ver las rutas nuevas, pensar que viajábamos al baile de Carrilobo por tierra como podíamos, o lo mismo el ir a jugar al fútbol a Alicia y El Fortin por caminos de tierras, íbamos en un camión grande de la municipalidad todos juntos y solo con las lonas puestas para que no entrará viento. Y hablando de vientos, el viento es viejo y aun sopla, por eso a los 40 seguimos jugando al fútbol, aunque ya el cuerpo nos dice cuanto tenemos que jugar.
Los de 40 vivimos varios mundiales que nos ilusionaron, en el 90 aprendimos la mejor canción de los mundiales, en el 94 nos dolió lo de Diego, en el 98 vivimos lindos momentos, en el 2002 nos robaron una ilusión que parecía nuestra, así hasta llegar a diciembre del 2022 en donde por fin pudimos tener conciencia de lo que significa ver a tu país campeón del mundo.
NOS QUEDA, ENSEÑAR LO QUE HEMOS APRENDIDO
Los de 40 aprendimos de los mayores y los seguimos escuchando, tuvimos nuestros límites, a punto tal de que cuando nos empiezan a faltar los extrañamos. A los casi 40, me sigo equivocando como cualquier persona, aunque en el único lugar que me sentía seguro era cuando encontraba una charla con papá, podía tener un problema enorme, pero cuando de la boca de papá salía, “mira si te vas a hacer drama por esa boludez”, observaba su sonrisa amplia y todo se tranquilizaba. A los 40, claramente tenemos que aprender a convivir con esas jugadas del destino, el orden y el cambio natural de la vida.
A los 40 nos damos cuenta, que en la navidad nos duelen más las sillas vacías que los boliches o carpas a las cuales no podemos asistir, incluso hasta nos damos cuenta antes. A los 40 ya sabemos que tenemos la suerte de estar viviendo este momento, a veces por más responsabilidades que tengamos, trabajo, lo que fuera, hay un momento del día en donde las pequeñas cosas salen a luz, un beso con mamá, los abrazos con los sobrinos, hermanos, la risa cómplice con la pareja, las miradas de admiración con un hijo, las corridas de un perro que te recibe al llegar a casa, las charlas con un amigo.
A poco de llegar a mitad vida, quizás, solo queda decir gracias por haber coincidido con tanta gente, nos queda ese ejercicio, el de agradecer de haber llegado hasta aquí. Y como contrapartida, tenemos que honrar a los que nos marcaron en el camino, cada uno de nosotros tiene un sello que lo distingue, hemos aprendido en la primera mitad a cargarlo de pinta, de ahora en adelante, habrá que dejarlo fuerte impreso en nuestra comunidad más cercana, para que el día de mañana, nos recuerden de nuestro paso por este lugar.
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