Te conocemos un poco más, Daniel, ¿cómo estaba compuesta tu familia y de donde venís con tu formación?

Daniel – “Mi familia estaba compuesta por mi mamá y mi papá y una sola hermana mayor que estudió y se quedó en Córdoba, después yo me casé y tuve dos hijos varones, Xavier está en Monte Buey, es profesor de educación física y técnico de básquet en el club Matienzo, Leonel es veterinario y estuvo dando vueltas por varios lugares, pero hace un tiempo está acá en Pozo del Molle”.

“Yo nací en Las Varillas, estudié en lo que era el ENET, ahora Ipem, después me fui a Córdoba a estudiar y bueno buscando trabajo me encuentro con Oscar Alessandria, conocido como “Moncho”, él me dice que estaban buscando una persona para la granja en Pozo del Molle, en ese tiempo estaba con problemas de salud Henri Zuin, yo no lo conocí, entré como una suplencia, viajaba al principio uno o dos días por semana, al tiempo Zuin fallece y quedo como titular con las horas”.

¿Qué especialidad tenían las carreras que elegiste? ¿Trabajaste en otros lugares antes de la granja del Manuel Belgrano?

Daniel – “Si en el ENET hice mecánica y después mecánica agrícola en Córdoba y en la universidad, yo viajé los primeros tiempos con “Moncho” Alessandria y Nora Cantoni, veníamos los tres en colectivo, antes no había modulo, eran horas y en esos tiempos libres me quedaba a almorzar en el pensionado del colegio”.

“Si, trabajé en Zanello, estaba en la parte de cremalleras y bombas inyectoras, después entré acá en Pozo del Molle y trabajaba en la parte de automóviles con mi papá, mi padre tenía una agencia de autos y en las horas extras trabaja con él.

¿En qué año fue que llegas al instituto Belgrano y a Pozo del Molle?

Daniel – “Si, justo cuando me voy a anotar al industrial lo veo a “Moncho”, en abril de 1983, al llegar la directora era Aida Piccato, que yo no sabía que era señorita y le dije buenos días señora, del primer día ya me reto (sonríe). Esa mañana la recuerdo perfectamente, lo primero que hice fue chocarme el primer banco del aula, estaban los alumnos de ese tercer año de ese entonces, Pablo Narduzzi, “Muma” Díaz, Verolo, me presentaron como el nuevo profesor de maquinaria agrícola. En ese momento yo tenía 21 años, los chicos 14, charlé un rato con ellos, al tiempo llega el padre Tosolini que era el representante legal, ahí me dice que estaban armando experto en mecánica agrícola en granja, que había muchas posibilidades y que me necesitarían más horas de abrir la parte mecánica”.

Y finalmente eso ocurre, el instituto crece en la propuesta, en la región, ¿cómo te avisan y como fueron esos comienzos?

Daniel – “Tengo la imagen del padre Tosolini que fue a mi casa a buscarme con su auto “Unión” y nos fuimos a Córdoba a traer todos los papeles y empezar a armar todo, de allí en adelante estuve 39 años en granja, armando, colaborando. Cuando llego a la granja, en ese momento estaban dos alumnos de 6to año, Alberto Truccone (fallecido) y Daniel Verolo, esa tarde que yo llego estaban con Fermín Nicolier en la sección de los cerdos, Don Jorge Nicolier estaba encargado de la parte general y Daniel Nicolier, entre todos empezamos a armar un poco ahí”.

“Al tiempo inauguramos la carpintería que la fuimos a buscar a Morrison, después fuimos a Bell Ville, íbamos en la camioneta “Dodge” o el camioncito de la municipalidad, de Morrison trajimos la carpintería completa, cepilladora, garlopa, ahora no se da más pero el primer profe fue el “Tito” Vantenson, se hicieron los galpones nuevos, levantamos las paredes, docentes, padres, alumnos, de Bell Ville trajimos tanques de agua, mangueras, íbamos a todos lados con un papelito que decía que íbamos de parte del padre Tosolini, no nos conocía nadie a nosotros, el padre conseguía todo por cartas, teléfono. A su vez recuerdo un viaje a Córdoba, en donde conseguimos dos motores que todavía están, que los hacíamos armar y desarmar con los chicos, fuimos con un rastrojero que me prestó mi papá para ir buscarlos”.

¿Te motivó todas esas luchas para crecer en la granja?

Daniel – Si, uno veía semana a semana algo nuevo que teníamos que instalar, se fabricaron los bancos, los tableros, Agromec colaboró un montón, la industria, la gente de Pozo del Molle, hubo colonos que nos donaban desde un lechoncitos a una vaquillona, Fue cambiando en el tiempo, en la parte mecánica agrícola, había electricidad, mecánica, herrería, carpintería y estaba cerdos, conejos, apicultura, después fue cambiando eso, luego desaparece las maquinarias agrícolas y me puse a estudiar perito clasificador de oleaginosas, estaba mas enfocado a la parte del agro, en el año 1995 si mal no recuerdo, el colegio pasó de ser nacional a provincial, cambiaron un montón de cosas”.

“En un momento llegamos a ser 8 instructores, se llamaban maestros de enseñanzas prácticas, Daniel Truccone, Osvaldito Barbero dieron clases en la granja, Daniel Bocco, “Lupin” Rossetto, era mucho movimiento de personal, hacíamos los pisos de las maquinarias de Agromec, se llegó a hacer eso, hicimos cursos de soldadura, calderistas, electricidad”.

Lejos de marearte los cambios, te adaptaste, ¿cómo vivieron las llegadas de las aulas en la granja?

Daniel – “En la década del 2000 llegaron las aulas, no vino a inaugurar De La Sota pero fue en su gestión, hicimos varios viajes a Córdoba para conseguir eso, fueron llegando cambios, los títulos exigían hacer la parte pedagógica.me encantaba y me encanta enseñar a los chicos, es una pasión, de hecho te cuento que el instituto pertenece a “Fediap”, la federación de Institutos Agro técnicos privados del país, el segundo encuentro se hizo acá en Pozo del Molle, el primero fue en Don Bosco (Buenos Aires), recuerdo que en el encuentro local, no teníamos más lugares en el pensionado y pusimos carpas en el sum que hoy está cerrado, pero en ese entonces era todo piso de tierra, llenamos de carpas porque no teníamos espacio para tanta gente que vino, yo creo que fui a 16 o 17 provincias para capacitarme en esos eventos”.

¿Por qué hay tanto afecto y es especial el trato de docentes, alumnos y la granja?

Daniel – “Creo que es por el contacto, estamos trabajando a la par, en una carneada, en una matanza de pollos, trabajar en el tambo, en los talleres, estamos permanentemente en contacto con ellos, conocemos si a la mañana llegan con una tristeza, o si no les paso algo el fin de semana, si les duele algo, los chicos te cuentan eso, hay un vínculo distinto al del aula, aparte son menos chicos, tenemos 2 horas con un grupo reducido, es otro contacto el del alumno y docente de la granja”.

¿Por eso eran tan exitosas las fiestas del agrónomo?

Daniel – “Eso no se perdió y ojalá nunca se pierda, el famoso almuerzo del agrónomo, siempre comprábamos la máquina que necesitamos y la dejábamos a cuenta 15 días, luego íbamos después del almuerzo y la pagábamos, por ejemplo, una embutidora para hacer los chorizos, después del evento la pagábamos, porque sabíamos que nos iba bien”.

Me imagino que, en 39 años, hay miles de anécdotas, ¿te acordas alguna en particular?

Daniel – “Si hay un montón de anécdotas, por decirte una, el padre Tosolini era recto y no le gustaba que nadie se apoye al alambrado, un día que se inauguraba el quiosco en la granja, él se apoya y pone el pie al alambrado y “Lupin” Rossetto le conectó el boyero, se enojó un poco, pero era justo un error que él quería que no cometiéramos. Después una cerda se escapó al campo del frente, “Tito” Vantenson tirando tiros para agarrarla, después una de que íbamos con los chicos a Los Zorros con los acoplados a buscar cosas. Antes los chicos vendían y los pibes iban atrás del tractor, eso se perdió, por un lado, está bien, pero no quita que fue divertido”.

¿Cómo fue el trámite de la jubilación?

Daniel – “Si,  a los 60 años los varones en la parte educativa se tienen que ir, te dan un año, lo hablé con Mario Tolosa (secretario) y pude empezar a hacer todos los trámites, en marzo pensaba no arrancar, pero la parte pública arranca el 15 de febrero, estuve de guardia en granja y cargué todo los datos, se hizo rápido, el 22 o 24 de febrero me cargó todo, la provincia exigía 25 años de actividad, me tomaron 29, porque los 10 años que tenía en la nación se los regale a no sé quién, a marzo lo hice casi todo completo en el colegio”.

¿Qué tareas hacías antes de la jubilación?

Daniel – “Tenia las horas de educación tecnología en primer año, A y B, en séptimo higiene y seguridad industrial, en granja como instructor de mantenimiento general del taller”.

¿Qué significa tener la guardia de granja?

Daniel – “La guardia es por el tema de los animales, los animales comen todos los días, de lunes a lunes hay una persona de guardia, pasa algo de noche, tenes que estar, sábado, domingo y feriado, al no haber nadie, el que está de guardia, hace la guardia mínima, hacer tambo, darle de comer a los pollos, cerdos, conejos, te van tres horas a la mañana y tres a la tarde, éramos 4 para hacer la guardia”.

¿Filmaste tu último día de clases?

Daniel – “Si en ese video estaba con los chicos de quinto año, después filmé la entrada al instituto que fue el último lunes con los chicos de séptimo en el aula, también saqué fotos de eso. En una época nadie quería dar las clases lunes y viernes, después pasaron a ser feriados puentes, todos me querían cambiar, los profes de lunes, de tantos tiempos, yo era el único varón, me llevo unos grandes recuerdos de encontrarme con todos ellos en los recreos”.

¿Qué fue entonces el Manuel Belgrano para “Giorda”?

Daniel- “Mi casa, mi familia, dejé todo y aprendí todo, lo más lindo el saludo de los chicos, en Pozo del Molle me recibieron y me atendieron muy bien, tengo amigos, es mi lugar, ahora la idea es viajar un poco, hacer algo distinto, pero de acá no me voy, voy y vuelvo, así va ser”.