Siempre digo que cuando uno escribe, lo hace desde su impronta, sentimientos, desde la subjetividad de estar viviendo en un contexto al que no puede desconocer, me toca acompañar en otro día de la madre, pero esta vez siento que tengo otras personas que me están ayudando a vivirlo de manera diferente.

¿Por qué lo vivo de manera diferente?, porque si bien soy un agradecido de poder tener a mi mamá, de poder decirle feliz día, darle un abrazo, un beso, lo vivo diferente por que veníamos de una pandemia que nos tuvo un poco complicado. La complicación ya había comenzado unos días antes de ese famoso coronavirus, mi papá partió rumbo a otro plano, entenderlo sigue siendo aún difícil, pero no debió ser fácil para una mujer que estuvo casi 51 años con su pareja, de un día para el otro, no tenerlo y encima estar encerrada en su casa, con el miedo de una pandemia que azotaba al mundo.

El tiempo hizo su trabajo, las heridas de a poco se cierran, pero se van reconstruyendo otras realidades, felizmente hoy vivimos en otro paradigma totalmente distinto, venimos de una generación en donde las mujeres como mi madre tenían como objetivo general cuidar de su esposo e hijos, los objetivos específicos de ellas siempre quedaron relegados.

En tiempos anteriores, mamá planchaba, cocinaba, lavaba la ropa y se quedaba en casa mientras papá salía a donde quisiera, hoy se ven otras realidades y uno empieza a entender que los extremos son extremos, siempre el extremismo conduce a que más de una vez el hartazgo aparezca y rompa alguna que otra estructura antes de tiempo.

Alguna vez fui adolescente y la abuela de una ex compañera (Nilda), se reunía con otro grupo de amigas y jugaban a la canasta, en una de esas partidas cuando faltó una mujer, me enseñaron a jugar y me prendí, tuve la lucidez de aprender a jugar, pero no de ver como se acompañan en la soledad de las últimas partes de su vida, nunca vi que era algo más que un juego de canasta, era además el decirse, no estás sola, ahora estamos juntas en este camino.

Y ahí fue cuando finalmente entendí, que ahora la que juega a la canasta es mamá, hace poco en redes sociales escribió un mensaje que decía “que linda compañía hicimos para todos los viajes, AMIGAS”, al cabo de unas horas, etiquetan una foto de mamá, una prima de La Playosa, (pueblo vecino), donde le vi una sonrisa hermosa, tan hermosa como nunca en años, de a poco empecé a entender, que con mi hermano y mi familia, ya no estábamos solos, teníamos a las amigas de mamá que empezaban a ayudar a sanar cada rincón de nuestras almas.

Porque si mamá sonríe, un poco sonreímos nosotros, aparecieron los viajes, organice quien organice, hay viajes dentro del país, de un día, dos, los que sean, pero esos viajes son más que merecidos, ya nos criaron a nosotros, a los nietos y es tiempo de que la libertad se apodera de ella y de sus amigas. Cada tanto el día sábado es el día de encuentro, canasta, comidas, que sirven para que carguen las pilas para toda la semana.

Es cierto que los dolores no se van, pero ya no son tantos los episodios de miedo, soledad, tensión, pastillas, doctores, los viajes y las amigas empezaron a surtir el efecto que todos queríamos.

Hoy veo a mamá y observo a las demás, me pone contento ver a las mujeres que están criando sus hijos y organizan un viaje con las amigas de la secundaria, se reencuentran, a los 20, 30 años, los que sean, están unidas como en aquella adolescencia, aunque sea una semana cada tanto, que merecidamente lo tienen.

Cada día que pasa, se aprende a ceder un poco más, sigo siendo analfabeto para casi todo, pero un día cociné para mamá y se sintió espectacular, mientras estuve en su casa nunca me dejó arrimarme a su cocina, hoy puede verme organizando cosas, porque yo estoy en el medio de una ola de cambios, de los cuales no reniego, al contrario, he aprendido a convivir con la mayoría de ellos.

Hay cuestiones del contexto que siguen siendo muy favorables para muchos de nosotros y algunos todavía no lo ven, el pueblo sigue siendo pequeño pero tiene gente muy dedicada y capacitada, mamá y sus amigas no solo viajan, hacen gimnasia, van a taller de memoria, van a eventos juntas, todas solitas y se van acompañando cuadra por cuadra, casi como lo estarán haciendo algunas de sus hijas en plena madrugada, al baño también se van acompañando juntas, de eso no hay dudas, debe ser casi una regla de oro.

Hoy también tengo la responsabilidad y la dicha de poder acompañar a la mamá de mi hijo, el tiempo está jugándonos a favor, todo va funcionando de muy buena manera. El ver coincidir la mejoría de un camino y que se enlace al nuevo por recorrer es muy gratificante.

Este día de la madre, es especial, como todos, a los que no la tienen, vayan mis sinceros abrazos ante semejante ausencia, a los que pueden abrazarlas y reunirse disfruten cada momento, a las que empiezan a emprender este camino hermoso la mejor de las suertes y si me permiten ser subjetivo para cerrar, decirles muchas gracias, a las amigas de mamá.

¡Para Norma y Giuli, feliz día! ¡feliz día para todo este fin de semana!