Eduardo “Titin” Melano fue un personaje querido y respetado en toda la localidad de Pozo del Molle, si bien trabajó en distintos lugares, la imagen que queda grabada en la retina de todos, es la de un fotógrafo que acudía a todas las citas, con un carisma especial, supo ganarse el afecto de todos, incluso de aquellos que aún siguen esperando alguna que otra foto que no pudo entregar.

El libro fue una idea de su familia, de su esposa Eva Cuadrado y sus hijas, Graciela, Marisa, sus nietas también participaron de manera activa, Melisa, Julieta, Georgina, incluso se animaron a dejarle sentidas palabras, cuenta además con anécdotas que la misma gente de Pozo del Molle o zona, fue escribiendo y dejando en una urna que la familia de “Titin” había dejado con esa intención, en la municipalidad, quisieron hacer partícipe a los conocidos, para que compartieran sus vivencias particulares.

El prólogo del libro, está escrito por Malena Piccato, en donde rescato esta frase que es propia de “Titin”, “ser amable y saludar es gratis, trae muchas satisfacciones porque todo lo que das, vuelve, yo soy la persona más feliz del mundo cuando la gente me manifiesta su cariño y amabilidad”.

Esa frase la rescató por que es muy similar a la que me contó una vez, en una entrevista que le realicé allá por marzo del 2007, ¿Por qué me acuerdo la fecha?, por una razón especial. En ese año, después de mucho tiempo por el lapso de varios meses, mis amigos de la televisión, Luis Bertone, Leonardo Marino, dejaron toda la producción en manos de Mauricio Zamudio.

Cuando Zamudio arranca, se acercó a preguntarme si yo tenía algunas ideas para aportar, si bien yo seguía al frente de “Noticable”, en ese lapso “Cable a Tierra” se la jugaba con un cambio grande en la producción. Lo que recuerdo es que le propuse hacer entrevistas personales a personajes claves del pueblo, dependiendo las fechas, ósea una suerte de efemérides.

El 9 de marzo, cumplió los años el Dr. Luis Guerberoff y el 13 de marzo los cumplía “Titin” Melano, a quien fui a buscar y le hice una entrevista muy linda, en donde contó anécdotas que aún recuerdo. Una de ellas fue la historia de su famoso autito de colección, que en un momento estuvo en la Cooperativa Agropecuaria, donde muchos nos hemos fotografiado, aunque la desopilante, fue cuando me contó que quería sacarle la foto a un nene que no dejaba de llorar, agarró una pelota y le hablaba haciéndose el mono, hasta que sin querer le pegó un pelotazo al nene. En conclusión, el nene lloró más, pero cuando se calmó en la foto quedó evidenciada la marca de “Titin” y la pelota.

Su infancia transcurrió en la zona rural “India Muerta”, allí cosechó grandes amistades, principalmente la familia Bossio, el ex intendente “Pocho”, Américo “Chiche”, son todos de esa zona. Su tradicional corbata siempre la llevó, ya que su pasó por las tiendas de ropas, lo hicieron vestir siempre de gala, familiares nos han contado que tenía siempre una lista para cada ocasión.

En el libro, quien le dedica unas palabras, es precisamente el ex intendente Ramón Bossio, el “secretario de soluciones” lo llamó, es que tuvo un paso por la municipalidad de nuestro pueblo, a veces, a los buenos tipos, tenes que tenerlos cerca, evidentemente, el cariño que le tenían, hacía que todos quisieran tenerlo cerca.

A veces creo que uno escribe de determinadas situaciones porque el contexto te lleva a hacerlo, casualmente el próximo 19 de agosto, se cumplen 15 años de un campeonato de reserva que ganamos en Sportivo Pozo del Molle. La anécdota que tengo con él, es que el fin de semana anterior lo llamamos para que nos saque una foto cuando éramos locales de Granaderos de Las Varas, ese día si ganábamos nos aseguramos el primer puesto.

Sabiendo que eran otros tiempos, “Titin” llegó a la cancha por que no eran esas épocas de celulares inteligentes, si bien es cierto que, si eran las épocas de metroflog, las cámaras de fotos digitales no demostraban las mismas fidelidades que las que usaban los fotógrafos, el evento era histórico y queríamos el recuerdo profesional. Con su clásica corbata, saco, su peinado al costado y esos ojos cristalinos, de un tipo que con nosotros siempre se mostró transparente, gatillo una y otra vez por las dudas, como solía decir, la foto ya quedaría guardada y lo demás es una anécdota genial que nos queda.

En la semana lo encontramos y nos cuenta que le faltaba uno en la foto, el que faltaba era Fernando Pérez “Nano”, que no sabemos por qué, que estaba haciendo en ese momento, la cuestión es que no estaba, él había sido uno de los goleadores de la campaña. Desde ese momento hasta un par de largos años, cada vez que “Titin”, me cruzaba me decía, “tengo que darte una foto, pero esa foto va a ser un obsequio mío, pero quiero ver como lo meto al que falta y se las doy”.

No quiero exagerar, no tengo la precisión de la fecha, pero habían pasado unos buenos años, cuando de tanto que me había dicho, en una fiesta del pueblo, en esos eventos del 8 de septiembre, entre inauguración e inauguración de obras, me dijo “tengo lo tuyo en el auto, espérame que te lo doy”, para ese entonces ya me había olvidado de que era, sacó del auto y me dio una foto bastante grande de regalo de nuestro equipo campeón, ni siquiera me dejó terminar de hablar, que me dijo “es un obsequio, no es nada, obsequio mío que te debía hace tiempo, lo único que no lo pude meter al otro” (él sonrió, Nano no estaba en la foto, pero el cumplió).

Aún quedan ejemplares para vender, les sugiero que se contacten con la familia, el libro se vende y todo lo recaudado está destinado para el Hospital Raúl Dobric de Pozo del Molle, la familia agradeció a Laura Baldassa, dirección y compaginación, Malena Piccato la redactora del prólogo, Renata Bocco tipeo de anécdotas, Giuliano Robbone, transcripción de relatos, Graciela Luque de Bollatti, corrección de los escritos del libro, Lucia Pérez y Lourdes Sosa, capitel, edición y diagramación, Liliana Bossio, revisión completa del libro y correcciones.

Para los que peinamos las primeras canas, no hay mejor representación que la foto que le sacó el joven fotógrafo Agustín Castellano, cámara en mano y sonrisa amplia, tan amplia que necesitó de quedar escrita y plasmada en un libro.

Abrazo “Titin”, bocina de por medio si aguanta la batería del auto, o bien, brazo en alto y extendido como lo sacabas vos fuera de la ventanilla, porque no importaban las formas, si el fondo, en el fondo siempre quisiste saludar, dar, para recibir.