Cada escrito que uno plantea, lo hace desde la subjetividad, en lo personal, como es de público conocimiento, lo vivo desde la ausencia física de mi padre, Silvio José Astrada, pero nunca dejará de estar presente en miles de recuerdos y sobre todo en mi corazón, aunque claramente no soy el único, ni el primero que vive esta situación, es por ello que mi carta va dirigida a todos ellos, aquellos que viven entre las ausencias o imposibilidades que también marcaré más adelante.

Cada año en las redes sociales, este festejo se llena de saludos personalizados, a medida que iba creciendo, me daba cuenta que era un privilegiado, alrededor tenía un montón de amigos que enviaban saludos al recuerdo de sus padres que habían adelantado su viaje, es que estamos de paso y cuesta mucho tiempo entenderlo, a veces vendemos vida en frascos por las esquinas pero de golpe y porrazo, como aquellos buenos perfumes caros y de vidrio, en un abrir  y cerrar de ojos caen al piso y se van, solo queda el aroma en el ambiente o el recuerdo.

Más de una vez como la mayoría, subía el saludo y me iba de las redes, porque siempre al costado, en alguna pestaña de red social, aparecía un amigo que lo vivía diferente, yo cerraba la red y lo disfrutaba más a mi viejo, sin embargo, sabía que la lógica, (aunque muchas veces la lógica no existe y cuando es así golpea aún más) me ponía a pensar que iba a estar en ese lugar.

Mi padre se fue cuando me hubiese encantado que estuviera en un momento muy particular, lejos de enojarme por esa situación, todos los días desde hace 2 años y 3 meses, lo único que me sale hacer, es visitarlo en su morada y contarle cada una de las cosas que nos pasan a diario, a mí y a mi familia. Alguna vez les conté a varios que uno observa determinadas películas, que no son más que una construcción de una realidad, pero que a veces te muestran la tuya en determinados momentos.

Con mi viejo me ata de recuerdos la saga de “Rocky”, una vez de pibe, 11 años, estábamos en Córdoba, Clínica del Sol, con una operación que me habían realizado bastante dura, necesitaba de un esfuerzo grande para que me dieran el alta, el baño era muy pequeño, yo hacía fuerza para lograr algo y volvía fuego en mi cuerpo, literal, hasta que mi viejo me dijo, “No duele, no duele”, unos días antes habíamos visto la paliza que le pegó el ruso Drago a Rocky y terminó con los árboles en Rusia, gritando no duele, hasta que lo logró, yo también pude, esa mañana lloramos un rato juntos, aunque bueno, nosotros los hombres tenemos esa pavada de no querer mostrar tanta debilidad.

La tarde que se fue, también se asemejo a una película que miramos juntos,”Clicks perdiendo el control”, tuvimos un ángel que nos iba guiando a cada paso lo que iba a pasar, hace poco fui por un control y verlo al Dr. Pablo Puente, me recuerda a mi viejo, más allá del dolor de su partida, se fue como lo merecía, Pablo tuvo la cintura ya no científica, si no la humanitaria, por la que seremos recordados en la posteridad, pudimos estar los 4 juntos (mamá y mi hermano) viendo cómo se apagaba cual leñero se extingue en un frio invierno.

A los pocos días, la pandemia increíblemente llegó y no dejó que la gente pueda despedir a sus seres queridos, por una semana, casi no lo pudimos despedir, se fue como me dijo una vez, “cuando llegues a los asadores (lugar que está en el comienzo del camino al cementerio local), mira para atrás, vas a ver la fila de autos que me van a acompañar, como si falleciera un rico, me solía decir”, tuve la lucidez de hacerlo y sonrojarse en ese doloroso momento, era verdad convoco a muchos familiares y amigos.

Lo que más extraño de mi viejo, es su sonrisa, a pesar de que últimamente siempre se apoyaba a la reja de su casa con cara de tipo serio, su sonrisa fue de las más hermosas que vi en mi vida, aunque más extraño su amistad, es la única persona que supo y sigue sabiendo absolutamente todo lo que me pasa, extraño algo tan sencillo como esto, uno a veces discute con alguien, con un amigo, compañero, desconocido, conocido, cuando yo acudía a él, obtenía una frase mágica que me hacia reír y seguir adelante, “no le des bola a ese boludo” , muchos gastaban plata en ayuda científica y está perfecto, yo no, tenía esas palabras mágicas que frenaban toda situación.

Cuando juega River, me parece verlo, cada triunfo, me parece escucharlo decir, “que grande River Plate”, aunque bueno solo pensamos diferentes una vez, en aquella tarde del 26 de junio 2011, donde fue la única vez que no pude ver el partido con él, y terminé gritando el gol en soledad de Guille Farre en el estudio de TV, sabiendo que en casa el estaría triste, con culpa lo grité, pero el corazón no entiende de razones.

A veces me quejo de tantas pavadas, mi viejo laburo más de 30 años en la Cooperativa Agropecuaria, tarea pesada, con mañanas de frio, calores, trabajos de mucha fuerza y siempre se iba con su bicicleta una media hora antes, algo que yo hasta el día de hoy no puedo hacer, en muchas cosas fue, es y será mejor que yo. Los viernes a la noche, hacía asados en un taller (Bossio), con una rentabilidad de 10 pesos, que aquel entonces era solo para darnos 5 pesos a cada uno de nosotros, mi hermano y yo, la entrada a la discoteca valía 4 pesos, solo sobraba para dejar la campera o comprar chicles, no había para más, siempre se las ingenió para que no nos falte nada, hasta se fue sin su propio auto, para que nosotros tuviéramos el nuestro.

En el deporte más allá de aquellas historias de fútbol, de ese volante con gol que dijo ser, una vez lo vi tener una conducta impecable, jugando para el Dowdall en las bochas, esperó una hora y media a un jugador que debía llegar para disputar la final, un tal “Zapallo” Arzuaga, uno bueno enserio, le habían aconsejado que los minutos de tolerancia ya habían pasado, que podía pedir el título, sin embargo me miro a mi y respondió, “que venga tranquilo que lo espero, si tengo que ganar será en la cancha”, terminó ganando apretado pero lo hizo en gran nivel.

Hace unos días, cumplió los años mi padrino de confirmación, el cabezón, Gabriel Celada, ante la gente, le hizo un homenaje hermoso, recordarlo por haber marcado su compañerismo en el trabajo, de hecho, mi padrino es Fabián Moyano otro compañero de trabajo de él. Mi padre no me dejó herencias, ni dinero, me dejó los mejores recuerdos y la tranquilidad de seguir un legado familiar, sin nada por lo que preocuparse, golpearemos puertas y seremos recordados por él, con mucha gente, hasta el último día.

Pero no quiero hablar solo de él, quiero hablar de todos los que se fueron antes, quiero decirles a todos aquellos que sufren ausencias que los entiendo, que aprieten la mano fuerte y sigan. A veces también hay gente que vive de las probabilidades, a mi crecer me hizo ver luchas gigantescas, me vine grande y quisiera que mucha gente termine de una vez por todas con muchas preguntas que no tienen sentido, que son parte de un tiempo pasado, ¿y ustedes para cuándo? ¿se les pasa el tiempo?, tuve y tengo personas alrededor que sueñan con este título, aun no pueden, muchos creen que es algo sencillo, pero para algunos no lo es, cuantas preguntas o afirmaciones no deberíamos hacer, si supiéramos las luchas o batallas que llevan en los hombros los demás.

O quizás también, quisiera magnificar, a aquellos de corazón, cuantos hay de esos, que amaron y aman a alguien con el cual se unió por diferentes causas un tiempo después, lo hacen con el mismo amor o más de algunos de la propia sangre.

Como muchos que lean, podrán decir, que le falta el otro ser querido, la sensación es la misma, yo lo hago subjetivo porque mi ausencia es paterna, aunque para cerrar, me quedan para responder algunas preguntas que siempre me hacen, ¿sanaste? ¿tenes que soltar?, cada cual lo vive como puede, sanar es cicatrizar la herida y seguir siendo fuerte a pesar de todo, cada tanto, con el cambio de tiempo el hueso, musculo, duele, no volves a ser el mismo después de una lesión, como tampoco en este caso, ahora si hay algo que jamás voy a hacer, por más que  observe remeras de “soltar”, frases hechas en redes sociales, no soltaré jamás, de mis recuerdos y mi corazón a mi padre, hasta mi último día, me tomaré esos minutos semanales en donde le seguiré contando cada cosa que me pasa y nos pasa, nunca lo dejaré fuera de nada.

Que en este día aquellos que tienen ausencias, encuentren algo de alegría en algún recuerdo, o en alguna persona o en algún momento que vivan en el día, a aquellos que están intentando, desearles que pronto puedan encontrar o que se reinventen desde donde sea y no les pese, aquellos que se hicieron cargo desde del corazón, mi profunda admiración.

A VECES, CON MIRAR ALREDEDOR, NOS DAMOS CUENTA QUE ALGUNOS LO VIVEN DIFERENTE Y SOLO BASTA CON ACOMPAÑAR, NADA MÁS,

¡FELIZ DÍA DEL PADRE PARA TODOS!

Te amamos y extrañamos Silvio.