A poco de celebrar una nueva navidad, quisiera brindar esta vez por tres personas que sostuvieron nuestra mesa, están en el corazón y son responsables de que hayamos entendido el valor de este encuentro.

A poco de cerrar este 2021, seguimos con algunas complicaciones sanitarias, la pandemia que desnudó por completo al mundo sigue dando que hablar, una variante nueva azota y nos pone en estado de alerta, sin embargo tenemos varias ventajas comparado al año anterior, parte de la población está inmunizada suponiendo una barrera de defensa y además por esta vez las grandes reuniones al aire libre serán un lugar de encuentro para distraer la mente. Luego cada uno asumirá las consecuencias, aunque claramente tenemos que aprender a convivir con el virus.

Los cambios vienen con el paso del tiempo, cuesta aceptarlo y comprenderlo, así es la vida, evidentemente yo ya no podré vivir las navidades que tuve, pero firmemente deseo con todo mi corazón, que todos los niños del mundo puedan vivir las navidades que he pasado con mi familia.

En lo personal vengo de una familia numerosa, de ambos lados, papá y mamá, sin embargo históricamente nuestro festejo fue con mi familia materna, una familia de 5 hermanos que cuando nos juntábamos todos éramos 10 primos. Había edades y requerimientos de todo tipo, para nosotros era todo un periplo por más que eran solo 25 kilómetros nuestro viaje, nuestra movilidad gran parte del tiempo estuvo complicado.

El panorama es distinto en la actualidad, hubo una época en la que todos pudimos progresar y llegar a un automóvil, pero otras en las que era imposible, recuerdo el esfuerzo con el que mis padres alzaban todo a cuesta y nos íbamos juntos a Las Varillas.

La “nona Ilse”, ella se iba primero que todos, agarraba el colectivo de las 2 de la tarde y ya estaba allá cuando nosotros llegábamos, nosotros teníamos que esperar a mi papá que trabajó 32 años en el mismo lugar, sin embargo eligió siempre que nos beneficiáramos nosotros en algo y él decía que podía esperar, viajábamos a las 8 de la noche y rogábamos que el colectivo nos dejará subir, venia lleno de gente, en esa época de refuerzo ni se hablaba. A la noche la cena tradicional con miles de anécdotas, hasta que empezábamos a escuchar las mismas historias que hasta el día de hoy nos dan risa, el tío “Pacha” que trabajó en el cine nos preguntaba si habíamos visto las películas del ·pelado con trenza”, “agáchate que pasan los indios” o la segunda parte “levante que ya pasaron”.

Ya a la hora de los regalos las primas corriendo y con mucha alegría abrían el regalo y aparecía la ropa interior rosa, mientras llegaba la nona con una bolsa de bon o bon blanco para darle a todos, chicos y grandes. En la trasnoche se cantaba el tema de la “Familia” de los Pimpinela a viva y voz y ya se armaban los partidos de canasta y luego fuimos creciendo y salíamos a los boliches y carpas en este entonces, tengo un recuerdo con mi primo Marcos, que llegamos a una casa, se hizo un silencio, mi primo pidió la palabra producto de su estado alegre, donde pronunció “ustedes son mi familia” le dijo a sus amigos, años más tarde cuando pasó por el altar, sus amigos en pleno festejo le hicieron una bandera con esa frase que lanzó en navidad.

Al día siguiente al mediodía doña “lencha” la abuela de mis primos instaló el agasajo de los canelones, hicimos mucho tiempo sacrificio por comerlos, cuando digo sacrificio, es que a veces salíamos al boliche y nos levantamos destruidos a comerlos, otra veces nos volvíamos al pueblo y al otro día volvíamos por qué no lo queríamos perder. La tarde navideña era larga, la ensalada de fruta, los chorrazos de soda para los que pegaban cabezazos por querer dormir, el partido de bochas, con las bochas de madera del tío “Cataca” y la pelopincho amarilla que le reventamos a la tía Estela, se descontroló todo una tarde y en la pelopincho había como 20 personas y todos se movían sacando agua afuera, hasta que la pelopincho se vino abajo.

Hoy toca una nueva navidad y siguen faltándome estrellas que iluminaron el árbol de mi vida, quisiera darle un abrazo a mi viejo, decirle que lo extraño pero además agradecerle todo lo que hizo para que este festejo haya sido uno de los mejores momentos de mi vida, nos cargó al hombro corriendo para llegar a un colectivo, nos llevó a dedo con amigos, hasta que en el último tiempo pudimos y tuvimos la suerte de poder llevarlo nosotros sin depender de nadie.

Mi viejo entendía el festejo navideño a la perfección, en el último tiempo que dependió de nosotros mismos para ir, quería ir temprano para pasar a saludar a familiares suyos, en la mañana de navidad se levantaba temprano y salía de ronda para ver a otros familiares, primos, primo segundo, tíos, lo que sea, los visitaba a todos, mates de por medio, entendía que la navidad era rodearse con los suyos, nunca olvidaré esa alegría que tenia de ver a la familia.

Los sacrificios que hicimos para estar juntos, en la misma pieza dormíamos 5 personas en donde  3 camas, Marquitos y Ema, conmigo, papá y mamá, mi hermano Germán llegaba más tarde del boliche y dormía cuando se levantaban mis viejos, algunos dormían en el sillón y así, se dormía por tandas y nadie decía nada. Eso sí, la nona Ilse dormía en la pieza de mi prima Andrea y era una reina que no se la podía despertar, era la única que tenía todo tipo de comodidades, aunque bien merecidas.

Así como era la primera en llegar el 24, era la primera en irse el 25, pedíamos remises o la llevamos en las zanellitas de los tíos a la garita, a ella le gustaba estar temprano en su casa, el resto la estirábamos un poco más.

Con mis primos nos sentábamos a ver tele, veíamos mi “Pobre Angelito”, “el regalo prometido” o el show de goles de TYC y sabíamos siempre que iba a pasar, pero lo disfrutamos igual, nos escondíamos las cocas que eran para los grandes y llorábamos por el helado de limón que lo querían usar solo para lemon champ.

Hoy a la distancia tengo todas las lecturas e interpretaciones que no tuve antes por mi edad, hoy se porque la coca era para grandes, porque nos sostuvimos tanto tiempo unidos y con gran cantidad, es por ellos que va mi brindis, si bien uno extraña a todos los que no están, familia, amigos, conocidos, hubo gente que por hacer o por solamente brillar, dejó algunas luces más gravitantes que otras.

La nona Ilse, dejó una sonrisa que no se si la veré reflejada en otra persona, era radiante y siempre igual para todos, nos amo a todos por igual, doña “Lencha” con su tranquilidad y voz fina siempre en silencio con perfil bajo luchó por los almuerzos navideños, mientras ellas estuvieron fueron importantísimas para que una y otra vez no aflojemos y estemos juntos a pesar de tener diferencias o más bien que a pesar de tener agregados culturales nuevos, sigamos eligiéndonos y que sean esos agregados los que se sumen a lo nuestro.

A mi viejo, decirle que no hay un día que no me de orgullo decir que soy su hijo y que sigo encarando la navidad y todo lo que tengo por delante, con todo el amor que me entregó en estos los años que nos acompaño.

Es por ello que hago un brindis para esas tres luces, Ilse, Lencha y Silvio, en algún lugar estarán, en el corazón por siempre, deseo que a pesar de las ausencias, las presencias se multipliquen, hagan de los niños, lo mismo que hicieron estas luces por nosotros, háganlos sentir cuando sean grandes, que la navidad es el encuentro más hermoso que podemos tener.

¡FELIZ NOCHE BUENA Y NAVIDAD!