VIOLENCIA DE GÉNERO: ¿UNA CUESTIÓN DE MACHOS?
Quería comenzar con uno de los temas más espinosos de la actualidad y que más polémica ha generado en este tiempo, de hecho cada vez que hay un femicidio en la zona se encienden todas las alarmas. El último hecho aberrante, vinculado a la violencia de género, se encuentra en plena investigación y la víctima fue Verónica Tottis, siendo hasta ahora el único detenido, quién era su ex marido, cuestión que se esclarecerá y eventualmente se resolverá, conforme avance la causa penal.
Escribe: Fernando Aladin
Desde que se dictó la cuarentena el 20 de marzo de 2020, hasta aquí se registraron numerosos femicidios, en particular hasta mediados de Mayo de 2020, se registraron 50 femicidios (49 de mujeres y niñas, 1 de varón –hijo de la víctima-). Vale resaltar que 61 hijos e hijas quedaron sin madre, de los cuales el 72% son menores de edad, lo que constituye un dato aterrador, puesto que con el encierro obligatorio dictado por el gobierno, muchas relaciones de pareja que ya eran conflictivas, se encuentran en la convivencia diaria durante gran parte del día, produciendo un desgaste progresivo de la relación, que en casos leves termina con peleas o discusiones (con mayor o menor contenido de violencia) y en casos extremos, termina de la peor manera.
Para conceptualizar, la Violencia contra Mujeres es toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, se basa en una relación desigual de poder, y que afecta su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también incide directamente en su seguridad personal.
La cuestión esencialmente afecta a las mujeres que se encuentran conviviendo en un ámbito de violencia, pero muchas veces preocupa también a gran parte de los hombres, ya que estos son padres, abuelos, sobrinos o primos de mujeres que pueden estar padeciendo idénticos tipos de violencia.
Puede decirse que la Violencia de Género es una problemática sociocultural arraigada en estructuras sociales que la sostienen y reproducen. Por ello, y principalmente cuando falla la contención familiar sobre la problemática, la Escuela es un ámbito propicio para desnaturalizar las ideas y prácticas que generan violencia, contribuyendo a prevenir que se presente en sus distintas formas. La Escuela es también un ámbito donde se deben proteger y efectivizar los derechos de todos los niños, niñas, y jóvenes de ser escuchados, de no ser violentados y devenir con dignidad.
Las clases de violencias son diversas, sea Violencia Física: es la que se emplea contra el cuerpo de la mujer (golpes, daños, maltratos que afectan la integridad física). Violencia psicológica: es la que causa un daño emocional, disminución de la autoestima (degradación, control de acciones, comportamiento, vestimenta, amenazas, hostigamiento, humillación, aislamientos, exigencias de obediencia o sumisión, insultos, indiferencia, abandono, ridiculizar y celos). Violencia Sexual: es la vulneración o acoso sexual, con o sin acceso genital, vulnerando el derecho a la mujer de la libre elección sobre los sexual o reproductivo (ésta se puede dar dentro o fuera del matrimonio, sea por medio de acosos sexuales, tocamientos, prostitución forzada, trata de mujeres, etc.). Violencia económica o patrimonial: la tendiente a ocasionar un menoscabo en los recursos económicos de una mujer, sea la perturbación de la posesión o propiedad de bienes; sea la sustracción, destrucción retención indebida de objetos, instrumentos de trabajo, documentos, bienes, dinero; sea la limitación de recursos económicos destinados a satisfacer necesidades, privación de medios indispensables para vivir dignamente, o bien sea la limitación de ingresos, así como la percepción y administración abusiva del salario que gana la mujer. Finalmente está la Violencia simbólica: que sólo se detecta a través de patrones estereotipados, mensajes publicitarios, íconos o símbolos que trasmiten desigualdad, discriminación en las relaciones sociales, naturalización de la subordinación de la mujer.
Esta última (violencia simbólica) es la madre de las violencias de género, porque las naturaliza. De hecho cuando desde niños te bombardearon desde la televisión, mostrándote una mujer espléndida que le brillan los ojos cuando el producto de limpieza le deja todo reluciente en el hogar, o viene un superhéroe hombre a darle un producto milagroso para que deje la casa de su familia brillante, y desde niñas la mayoría de los juguetes para ellas son: la "casita", la escobita, la cocinita, el changuito, la plancha o los bebotes con su cochecito, mientras los varones reciben juguetes de rol social más "importante", tales como armas de guerra, espadas, pelotas, autos, instrumentos musicales (el heroísmo moderno en toda su expresión), o cuando desde los cuentos, historias infantiles, películas, etcétera, la heroína es la Cenicienta, la cual fregaba como esclava, mientras que finalmente tuvo su recompensa, al casarse con un príncipe rico, así dejaste de fregar y tenés sirvientes mujeres que lo hacen por vos, sólo por el mérito de ser bella, te fueron formando con una violencia simbólica, que te direcciona a un lugar secundario en la sociedad, en la cual la mujer está condenada, casi desde la cuna, a realizar todas las tareas cotidianas de una casa, a atender a los niños, a ser bella para satisfacer a su hombre y claro, a trabajar también, porque “los gastos no se pagan solos”.
Por ello este tipo de violencia es la más difícil de detectar y posiciona no solo a la mujer en ese rol secundario, sino al hombre (muchas veces en contra de su voluntad) a ser el “macho”, lo que evidencia más una cuestión cultural que meramente biológica.
No quiero abandonar estas líneas sin poner atención en diversos abusos que han sufrido hombres (que de ninguna manera justifica una reacción violenta de género contra mujeres, al contrario), por conductas abusivas de mujeres, siendo en muchos casos hombres (adultos y adolescentes), quienes fueron víctimas de falsas denuncias (sea de violencia, abusos, etc.), sufriendo, en algunos casos, daños irreparables (detenciones, prisiones con abusos sexuales, escraches y hasta suicidios), lo cual ha desgastado en algún caso, la lucha genuina y necesaria de muchísimas mujeres que le han puesto el cuerpo a este cambio de paradigma que vino, afortunadamente, para quedarse. Nada justifica la violencia y el abuso en el ejercicio de un derecho, sea de un lado o del otro, para que exista el equilibrio social y de género que todos pretendemos.
Por ello es fundamental tratar esta problemática desde las instancias educativas iniciales (familia, escuela, clubes, etc.), fomentando la igualdad de género en serio, propiciando roles que vayan más allá de los tradicionalmente asignados a los hombres y a las mujeres, como entes meramente biológicos, bajo una misma responsabilidad, diversidad y respeto.
A 5 años de la primera movilización denominada “Ni Una Menos”, la cual pedía que se acaben los femicidios y la violencia de género en Argentina, queda mucho camino por recorrer. Por ello desde la Provincia de Córdoba se ha implementado un mecanismo de prevención y denuncia de situaciones de violencia de género, para responder de forma más rápida a la problemática, así las denuncias pueden formularse en las unidades judiciales (de Capital y del Interior), que habitualmente funcionan en las dependencias policiales y atienden las 24 horas y los 365 días del año.
El personal tiene la obligación de receptar las denuncias, aunque el hecho denunciado no configure delito. Telefónicamente se puede llamar al 0800-888-9898, que es una línea gratuita. Se receptan denuncias las 24 horas siempre que la agresión no constituya una conducta delictiva, en dicho caso toma intervención directa el personal Policial y quien se comunique puede solicitar reserva de su identidad.
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